Cadenas nocturnas
Quedaba
una hora o poco más para que el sol se ocultase tras el horizonte. Sentado
frente a la ventana escuchaba a varias parejas de jóvenes, ellos haciéndose los
graciosos y ellas riendo sin ganas, ambos con la esperanza de que la tarde no
acabase y aquellos, flirteos,
fuesen a más.
Los
miraba con envidia, atento a las risas agudas de las chicas, era lo que le
llamaba la atención, aquellas jovencitas le atraían de forma enfermiza. En esos
momentos hubiera dado parte de su vida por estar allí, junto a ellas,
observando de cerca como se reían, como se miraban, como se ruborizaban cuando
alguno de los chicos se acercaba más de la cuenta.
Las
farolas se encendieron al unísono, el sol se ocultaba sin remedio, sin poder
evitarlo, llegaba la noche, la nocturnidad, la oscuridad, la negrura se
instalaba en su mente y le hacía un ser totalmente distinto, una fiera contra
la humanidad, contra sí mismo, un animal peligroso en medio de personas que
parecían normales.
Le
gustaban las jóvenes, sentía que en su interior deseaba aquellas vecinas que
pasaban por delante de su ventana y lo miraban con desprecio. Algunas apartaban
la mirada y otras lo retaban. A pesar de ser joven, no era muy agraciado y su
actitud y forma de vivir lo hacían raro ante la demás gente de su edad.
En
el fondo estaba convencido de que su destino era morir joven, aquella vida no
podía durar demasiados años, su mente se deterioraba, se volvía negra mientras
su cuerpo la obedecía, no sabía por cuanto tiempo podría dominarla y sentirse a
salvo al menos durante el día.
Las
noches eran otra historia, lo terrible aparecía en forma de sombra que cubría
toda la casa y se iba introduciendo en el interior ocupando aquellos espacios
que solo le pertenecían a él.
Subió
a la habitación y dejó la ventana abierta, de esa forma escucharía a los
jóvenes, mientras se acostaba e intentaba dormir.
Comprobó
las cadenas sujetas a la pared, tiró varias veces de ellas para asegurarse de
que estaban bien ancladas, revisó también las de los pies, atornilladas al
suelo. La noche sería ajetreada y tenía que estar seguro de que ninguna de aquellas argollas cedería.
Escuchando
las risas del exterior, el hombre se convirtió en lobo.
A veces me pregunto si debería creer en el destino. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarMuy buena historia, muy bien contada.
ResponderEliminarJusto estamos en luna llena. espero que se haya sujetado bien a las cadenas este hombre...
Un abrazo, buen fin de semana.
PATRICIA F.
Genial relato me gusto el final. Pobre hombre lobo. Te mando un beso.
ResponderEliminarGenial relato me gusto el final. Pobre hombre lobo. Te mando un beso. https://enamoradadelasletras.blogspot.com/
ResponderEliminarLindo relato del hombre lobo. Me hace meditar en que quizá no se nos ocurre con frecuencia pensar lo difícil que puede ser la vida de gente diferente.
ResponderEliminarUn gran abrazo en este año que inicia querida amiga 🥰
Al menos ese licántropo tiene conciencia de clase.
ResponderEliminarUn muy buen relato de hombres-lobo. Creo que tiene también un trasfondo sobre dominar las pasiones que resultan excesivas, de tener autocontrol. No quiero imaginar el día que sus cadenas cedan... muy bueno, saludos.
ResponderEliminarstory of a man turns to a wolf always interesting....
ResponderEliminargreat ending
Hola! me gusto mucho el relato, me gustan este tipo de historias. Besos
ResponderEliminarbrrr wolfman!
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