Al final del bosque La noche aparecía oscura y tormentosa en el pequeño pueblo de Roca Negra. Los árboles se balanceaban con fuerza y el sonido de la lluvia resultaba ensordecedor. La luz de las farolas era escasa y apenas iluminaba la calle vacía que, a pesar de ser de pocos metros, parecía que no tenía fin. No era una noche como cualquier otra, eso lo sabía muy bien. Con las piernas temblando, se adentró en el bosque en busca de leña, necesitaba avivar el fuego de la chimenea para calentar aquellas cuatro paredes que lo cobijaban. Caminaba despacio, pues por mucho que quisiese apurar, aquellas extremidades no daban para más. Al recoger el primer leño comenzó a escuchar extraños ruidos a su alrededor. Ramas quebrándose, hojas crujientes, voces que parecían susurrar su nombre. Sin embargo, continúo avanzando, pensando que solo era su imaginación y su miedo. De repente, algo lo agarró por un brazo y lo arrastró hacia un viejo árbol del cual prendían unas ramas que parecían brazos
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