Esto no es lo que parece
—¿Se
puede saber por qué estás desnuda y a oscuras?
—¡Vaya!
¡Qué sorpresa! ¿Tú no tenías que estar volando? —Se tapó con la sábana, no es
que le diera vergüenza que la viera, pues la había visto muchísimas veces, sin
embargo, la sorpresa de verlo en la puerta de la habitación, la hizo
ruborizarse.
—Se
me olvidó el pasaporte, te he estado llamando y tenías el teléfono apagado, por
lo que no me quedó más remedio que aplazar el viaje. Y aquí estoy, con este
panorama, ¡de verdad que no me lo esperaba!
—Sí,
el teléfono lo apagué, y en cuanto al panorama, tenía calor.
—Pues
debes de ser la única en la ciudad que tiene calor, fuera estamos a menos cinco
grados. ¿Hay algo que tenga que saber? —Recorría la habitación con la mirada,
en el fondo sabía que aquello no era normal, o habitual, o algo que ella
hiciese, ¿o realmente sí?, sería algo que hacía mientras él no estaba. Sus ojos
se fijaron el armario, una de las cuatro puertas no estaba cerrada del todo. A
pesar de ello, no se movió de la puerta.
—¡Cariño,
esto no es lo que parece!, no te hagas ideas raras. Simplemente me apetecía
desnudarme.
—La
típica frase, no esperaba que la dijeses, pero bueno, si esa es tu explicación,
la aceptó. —Apagó la luz y cerró la puerta de la habitación. Se quedó un rato
esperando algún ruido, alguna voz, algún sonido. Nada, no escuchó nada. Bajó al
despacho a buscar el pasaporte.
Con
una bata sobre su cuerpo desnudo, le siguió y se paró delante de la puerta, lo
miraba y se ponía en su lugar, ella si pensaría cosas raras.
—¡Vamos,
amor!, no supongas lo que no es, nosotros dos estamos bien, somos felices, no
lo estropees por un simple capricho de mujer fantasiosa.
—¿Y
cuál era la fantasía? ¿Yo también estaba en ella? —la miraba y quería creerla,
estaba tan enamorado, que solo imaginar que podría estar con otro le hacía
hervir la sangre.
—Por
supuesto, no lo dudes, nunca tendría una de estas fantasías sin ti. Si tienes
tiempo, la podemos hacer realidad, ¿qué te parece?
Encendió
la lámpara que estaba a la derecha del sofá, le daría tiempo a ir a buscar un
refresco. Habían anunciado unos minutos
de anuncios. Se dirigía a la cocina pensando que, si fuese él, ya hubiese
mirado en el armario.
Mi querida Mar, has logrado, claro que lo has logrado, tenernos palpitando en cada uno de tus escritos para intentar descubrir entre las líneas cuál será la sorpresa, y siempre logras unos finales increíbles. Siempre admiraré tu imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Lo peor de todo es que el astado es el último en darse cuenta de que lo es.
ResponderEliminarHola, hace bastantito tiempo que no paso por acá pero cada vez que lo hago me gusta mucho, siempre escribes cosas tan bonitas desde mi punto de vista, alguna vez has pensando en hacer una compilación de lo que has escrito y publicarlos, personalmente creo que te iría super bien.
ResponderEliminarSaludos desde Kiwybooks!
Uy pobrecito , genial relato. Te mando un beso.
ResponderEliminarLa verdad es que la situación era muy, muy sospechosa!Jajaja
ResponderEliminarBesitos.
Hola, gracias por el relato, ha resultado ser de lo más intrigante.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Estupendo relato! Ese armario...je je je. Era confiado el hombre y bien pensado. Yo...no sé, creo que abro la puerta del armario para coger algo... Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarhaha if I was this man I would open this wardrode!
ResponderEliminarPara poner cuernos hay que ser muy astuto y tu protagonista lo es. Me ha gustado mucho, nos haces picar el anzuelo y al final, casi cuando ya creemos que no pasaba nada ¡PUM! Buenísimo.
ResponderEliminarWow me ha encantado, gracias por el texto.
ResponderEliminarBesos
Astucia de mujer. El amor jode hasta el punto de no notar los cuernos en la frente. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarDarse cuenta de la verdad a veces es algo terrible...
ResponderEliminarGreat blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarGreat blog
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ResponderEliminarLa pasión por la lectura es una de las mejores formas de enriquecer nuestra mente y ampliar nuestro horizonte cultural. Los relatos cortos son una excelente opción para aquellos que buscan una lectura rápida y emocionante. Además, comprar nuevos libros es una forma de invertir en nuestro propio crecimiento personal.
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