Corre
Cuento
Había
pasado toda la noche dolorido, apenas pudo descansar, el dolor iba y venía de
forma intermitente. Intentó estirarse y sintió como cada una de sus
extremidades se resentía, para acabar encogido y acurrucado entre las hojas de
aquel viejo árbol.
Desde
la aparatosa caída no había vuelto a ser el mismo, caerse de un enorme
eucalipto días atrás fuera la causa de todo aquel padecimiento y la poca
movilidad que simplemente le permitía estar agazapado, esperando poder hacer
algún movimiento sin sentir tanto dolor.
Así
llevaba tres días, sus fuerzas se agotaban, la soledad lo atormentaba, el
sentirse desamparado lo frustraba y, sin embargo, no entendía como todavía
seguía con vida.
Se
acercaba otra noche, y el terror se apoderó de todo su ser al escuchar un aullido
demasiado cerca, intentó mirar hacia donde había sonado, no vio nada, sin
embargo, si observó como los matorrales se aplastaban.
Sentía
miedo, por estar indefenso, por no poder huir, ni tan siguiera poder subir a un
árbol donde esconderse.
El
ruido de un enorme animal, corriendo hacia él, le hizo olvidarse del dolor,
escuchaba cada vez más nítida la respiración de aquel, del que estaba seguro de
que lo había olfateado, y corría a buscar su cena.
Como
pudo, se puso en pie y cuando vio que aquello, enorme y hambriento, estaba
cerca, echó a correr. Tropezaba con todos los matorrales que había a su paso,
no le importaba, si el caer de un árbol no lo había matado, no consentiría que
una fiera acabase con su presencia en ese bosque.
La
fiera era enorme, podía sentir el aliento en su espalda, y nunca se imaginó que
podría correr tanto como en aquel atardecer en donde su vida estaba en juego,
no obstante, no le permitiría a ese animal atraparlo, si tenía que morir, lo
haría luchando. Por momentos creía que aquellos dientes lo rozaban, que las
garras se abalanzaban sobre él y de pronto el terreno desapareció y ambos
cayeron al vacío por el profundo acantilado que se abría sus pies.
Mientras
desplegaba sus alas, observó como el zorro se perdía en el abismo, mientras el
pequeño mirlo levanta en vuelo, ya no le dolía nada.
Ha tenido más suerte el mirlo con el zorro que el correcaminos con el coyote. Que ya es decir.:)
ResponderEliminarMomento conveniente para curarse.
ResponderEliminarBuena historia y muy entretenida. Blog muy interesante. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
ResponderEliminarMira, ya no le dolía nada, como que se había salvado! La vida, toda, es así.
ResponderEliminarAbrazos y besos!.❤️🌹❤️
10 puntos. La sorpresa fue de maravilla. Te botaste con este cuento
ResponderEliminarHola! me gusto mucho el relato. Besos
ResponderEliminarMe gustó el cuento, una verdadera delicia en su narrativa, desarrollo y contenido.
ResponderEliminarAnalógicamente me invita a pensar y comentar que, en algunos casos, el miedo paraliza, entorpece y nos lleva a esperar que las cosas mejoren por sí mismas dándole tiempo al tiempo, pero más de las veces ello provoca que los problemas se agranden y la adversidad nos ataque con mayor fiereza, como si fuéramos “indefensos pichones” esperando a su depredador.
También hay casos, cuando el “miedo acosador” despierta a nuestro instinto de supervivencia y nuestro deseo de vivir se hace mayor que nuestros temores y sacamos fuerzas de flaqueza, se activan al máximo nuestras capacidades, se agudizan nuestros sentidos, se empinan nuestras destrezas y en pocas palabras nos defendemos con uñas y dientes, con un ímpetu nacido del alma, que puede luchar contra todo y contra todos, incluso ante lo que parece imposible y muchas veces lo que empezó como miedo termina en hazaña (otros le llamarán milagro, coraje, decisión, suerte, entereza) lo cierto es que, dependiendo de cada quien o del momento, el miedo mata o da vida.
Autora, muchas gracias por este inolvidable momento de hermosa lectura.
Un gran relato, motivador, invita a la reflexión. Es fácil caer en la autocompasión, sentirse débil pero siempre frente al desafío, algo hay dentro del espíritu de todo ser vivo que nos hace ser más fuertes de lo que creemos. Saludos.
ResponderEliminarComo te he comentado en "Bloguers", me ha parecido un cuento muy bonito. Hubiera sido una verdadera lástima que le hubiera ocurrido algo malo a nuestro pequeño protagonista.
ResponderEliminarP.D.: Con tu permiso, te comento esto por aquí, también participo en la iniciativa "Seamos seguidores". Te dejo el enlace de mi blog por si te parece bien que interactuemos. Un saludo!
https://lecturasdelelandgaunt.blogspot.com/
Muy interesante tu cuento muchas gracias por compartirlo
ResponderEliminarMe encanto este relato. Extrañaba leerte. Gracias por preocuparte de mi salud. Ya estoy mejor. Muy pronto publicaré de nuevo. Te mando un beso
ResponderEliminarExcelente relato, no me imaginaba que era un mirlo el que se había caído, al principio pensé en un leñador, realmente me sorprendiste y me gustó mucho.
ResponderEliminarEncierra un gran mensaje, que nunca hay que bajar los brazos ni rendirse.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Que bueno que ya no sintiera dolor, tras los momentos tan terribles. Muy bonita historia. Abrazos
ResponderEliminarque bien que escribes
ResponderEliminarNo todos podemos tener la misma suerte.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Es importante contar con recursos confiables cuando se trata de financiamiento comercial y estoy seguro de que los consultores de préstamos de Pedro pueden ayudar a quienes lo necesitan. No dude en comunicarse con ellos si necesita ayuda con las necesidades financieras de su negocio, comuníquese con Pedro Loan Consultant a través de su dirección de correo electrónico a continuación. Estoy muy agradecido de que me hayan aprobado mi préstamo.
ResponderEliminarloans@plcincorporation.com
pedroloanss@gmail.com
¡La mejor de las suertes para usted y su negocio!