Promesas incumplidas
El
día amanecía frío, tanto de temperatura como de ilusiones, era el segundo día
del año nuevo, de sueños que durante la noche se cavilaban, uno detrás de otro,
prometiendo que todos y cada uno de ellos los llevarían a cabo a lo largo de
los cientos de días que tenía por delante.
—¿Qué
miras? ¿Sé lo que estás pensando? —Ambos se miraron a los ojos, uno pensando
que el otro tenía razón, y el otro pensaba lo mismo.
La
noche anterior miraba en el televisor toda aquella gente reunida en la plaza
mayor, comiendo las doce uvas al son de las campanadas del viejo reloj. Él
también había seguido el ritual, se había puesto algo rojo, colocado la copa de
cava y las uvas, jurando que al año siguiente sería uno de aquellos que se
apilaban en una plaza en la que ya no cabía nadie más.
Otra
de las promesas era hacer ejercicio, viajar, mezclarse con culturas que tanto
le atraían. Observar de primera mano las maravillas de la tierra, conocer
gente, abrirse al mundo que tan poco conocía de primera mano y, sin embargo, si
lo conocía a través de otros que con decisión relataban todo aquello que hacían
en su vida, en sus viajes, en sus proyectos.
El
primero de año prometía que sería el comienzo de hacer realidad todos aquellos
deseos y que jamás cumplía.
—¿Por
qué me sigues mirando así?, ¿Te parecen cuentos, todas mis ilusiones?, pues
este año todo será distinto, y te quedarás asombrado de la nueva vida que me
espera.
La
casa no era demasiado grande, una sola estancia para la sala y la cocina, un
pequeño pasillo para el baño y la habitación, por lo que no podía evitar
cruzarse con la mirada atenta del que jamás creía en sus sueños. De aquel que
sabía a ciencia cierta que nunca los llevaría a cabo, el que le permitía soñar
para convertir esas ilusiones en humo que se iba evaporando según pasaban los
días, los meses y de nuevo regresaba otro nuevo año.
No
obstante, ese año no le daría la razón, estaba dispuesto a convertirse en un
hombre distinto, sería un soñador que convertiría las ilusiones en realidades.
—Ahora
has cambiado la mirada, ¿verdad? Percibes la evolución, la disposición de que
estoy dispuesto a salir al mundo para comenzar a ejecutar uno a uno los
proyectos soñados. ¡Ahora sí!, veo esos nuevos ojos, siento que te he vencido,
que te he dejado sin palabras.
Algo
nuevo salía de aquella mirada que año tras año se reflejaba en el espejo que
siempre lo volvía a la realidad.
Los grandes cambios tienen que venir primero del propio individuo.
ResponderEliminarcreepy;D
ResponderEliminarRealidad versus ficción, ese espejo y su reflejo. Estupendo, Mar! Un abrazo!
ResponderEliminarqué bien que escribís! me gusta leerte.
ResponderEliminarProfunda historia los cambios mas prfundos vienen de nosotros mismos. Te mando un beso.
ResponderEliminarLos tan traídos y llevados "propósitos" que se terminan convirtiendo en promesas incumplidas. Y siempre con el mismo afán y con la misma determinación.
ResponderEliminarMuy a propósito tu relato, Mar. Besos y abrazos!
great reflection story....
ResponderEliminarHappy New Year
Gran relato para iniciar 2023. Nosotros podemos ser nuestro peor enemigo o nuestro más grande fan. Me encantó, saludos.
ResponderEliminarNada ni nadie mejor que el fiel reflejo para sonsacar la verdad.
ResponderEliminarSólo la fuerza de voluntad conseguirá el cambio si así, se anhela de corazón.
Buena introducción, la trama, y el final, que como siempre en tus relatos, inesperado y fantástico.
Me encantó.
Un abrazo, Mar.
Hola hola!!
ResponderEliminarMuy buen relato para empezar el año
Un besote desde el rincón de mis lecturas 💕
Hace años que no tengo un espejo en mi casa. Es un grado más de libertad, o algo así, no lo sé. Tampoco me importa mucho.
ResponderEliminarInteresante texto, eso sí lo sé.
Saludos,
J.
¡Hola!
ResponderEliminarExcelente relato. :D
Aprovecho para desearte feliz año nuevo!
¡Nos leemos!
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