Dos Dientes
De camino al trabajo
inmerso en sus pensamientos, cruzaba todos los días por un parque donde la paz
reinaba en cada rincón, especialmente a esas horas de la mañana, le gustaba
salir con tiempo para disfrutar de aquella calma. Todos los días se fijaba como
en una esquina, junto a uno de los bancos, un hombre ciego colocaba sus
pertenencias con un cartón en el que había escrito “Dame algo para comer”.
Junto al cartel una lata de cerveza abierta por la parte superior en donde se
suponía que los viandantes tendrían que dejar sus monedas.
Cerca de este hombre se
colocaba otro vestido con un chándal, zapatillas de deporte que parecían
nuevas, una gorra y gafas de sol que le cubrían parcialmente la cara.
Llevaba días viendo a
esas dos personas en el mismo lugar y a la misma hora, ese mañana descubrió que
el hombre del chándal solo tenía dos dientes, le parecía extraño, pues no
parecía un vagabundo.
Una semana más tarde, el
despertador no sonó a la hora de todos los días, sabía que llegaría tarde al
trabajo, apuró el paso cruzando por el sitio de siempre, sin embargo, en esta
ocasión observó cómo algún paseante dejaba monedas en la lata del hombre ciego
y otros dejaban algún pequeño billete. El hombre del chándal se acercaba a la
lata, robaba el billete sin que el pobre ciego se diese cuenta.
Ya no tenía prisa por
llegar a trabajar, se colocó estratégicamente en un banco observando a los dos
hombres, cada vez que dejaban un billete en la lata, el hombre del chándal lo
cogía y lo guardaba en uno de sus bolsillos.
No podía dejar aquella
vil acción sin hacer o decir nada, se acercó a los dos hombres y recriminó al
ladrón. Este sacó las gafas de sol, miró al buen samaritano y le propinó una
brutal paliza, dejándolo tirado junto al ciego, que sin saber lo que pasaba
estiraba sus manos en busca de su lata, guardó todas sus cosas, procediendo a
abandonar de forma apresurada el lugar. Mientras aquel que había intervenido
quedaba tirado en el suelo, sangrando por la boca y al lado dos de sus dientes.
Hola Mar, que relato tan original, he tenido que leerlo dos veces. Seguramente al hombre primero de chandall que acompañaba al ciego y le robaba le paso lo que al protagonista de la historia. A veces nos queremos meter a solucionar algo que creemos que no esta bien y salimos escaldados.
ResponderEliminarSaludos
Hola guapa
ResponderEliminarMadre mía que final, no esperaba eso para nada y me ha dejado con muy mal cuerpo, la verdad. Al final vale la pena no ayudar a nadie porque no sabes lo que te puede pasar, y es que podría ser una historia real
Un besazo
¡Hola!
ResponderEliminarPuf, aunque no se asemeje en nada, el relato me ha recordado a algo que viví junto a quien era mi pareja por aquel entonces. Intervenimos en algo que quizás no era de nuestra incumbencia, pero que al verlo no podíamos quedarnos sin hacer nada (un hombre estaba pegando a una chica). Al final, tanto mi pareja como yo fuimos agredidos, y no solo eso, en el juicio la chica testificó en contra nuestra. Pero vamos, penalmente obvio que no pasó nada, pero a una se le quitan las ganas de ayudar en según que situación.... aunque no va conmigo girar la cara. Así que ayudar sí, pero siempre con precaución.
Besotes
Que extraño el final, he pensado que el hombre que golpeó al del auto quizás perdió los dientes por la misma razón, quien sabe quizás eso le arruinó la vida, aún así veo injusto que le quite el dinero al ciego.
ResponderEliminarMe ha costado entender el desenlace, creo que aundaún no acabo de tenerloctenerlo y eso que he releido varias veces el relato. Gracias por compartir, un abrazo
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarLa verdad es que el relato es interesante porque creo que refleja desgraciadamente el sentimiento que tenemos todos al querer ayudar a alguien. Es duro el final, pero deja la moraleja clara. Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
Un besote!! ^,^!!
ELEB
La verdad es que el relato me ha gustado y sorprendido a partes iguales, es complicado ayudar a alguien cuando no siempre quiere nuestra ayuda, la verdad es que la vida siempre nos deja una moraleja, gracias por compartirlo
ResponderEliminarEs muy buen relato, me ha encantado, es muy original. Además, está fenomenalmente redactado. Refleja a muchas personas y me he sentido identificada. Un beso y gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarMadre mía... menuda historia más peliaguda pero suele pasar. El hombre que quedó sin dientes sería lo que se define como un héroe, lo que no es casi nadie. Cuando la gente en general ve algo como eso, ni se le pasa por la mente meterse por el medio. Piensan: "Ya lo hará otro" y nadie lo hace, sólo el héroe que en este caso salió trasquilado...
ResponderEliminarMuy buen relato. Un beso.
Hola,
ResponderEliminarCuántos casos hay de gente que ha intentado "ayudar" y ha salido mal parado... A mi me parece triste porque eso hace que cuando se ve una injusticia todos pasan por al lado como si nada y la bola crece y crece.
Un relato diferente!
Besazos
Hola, la verdad que me ha impactado un poco la historia pero no es nada diferente a la realidad, muchas veces por ayudar, pero creo que es importante tender la mano
ResponderEliminarA veces querer ayudar a otros trae dura consecuencia y a la verdad creo que nuestra humanidad es eso, querer ayudar si vemos a alguien en peligro.
ResponderEliminarHay quien no se lo piensa dos veces a la hora de socorrer a alguien y otros que habrían visto la escena a diario y no habrían movido un dedo por no buscar follón. A veces la vida no es justa y el buen samaritano terminó malherido por ayudar al ciego,bss!
ResponderEliminarHola guapa, pues por un lado me parece bien eso de no querer que se robe a una persona, pero igual la manera de hacerlo no fue la mas adecuada viendo el final, quiza lo suyo era actuar mas friamente y planearlo mejor... pero a todo pasado... besos
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