En busca de Marcela
Carlos, había nacido en una casa de hombres rudos, hombres dedicados al campo y al ganado, hombres que trabajaban de sol a sol. Carlos, era el pequeño de ese clan de cuatro hombres, su padre, su abuelo y sus dos tíos.
Su madre
había abandonado aquella granja hacía muchos años, Carlos ya no se acordaba de
su cara, de su voz o de su aroma.
Todos los días, tan pronto
llegaba del colegio, tenía que realizar una serie de trabajos, tenía que ayudar
a recoger el ganado, cargar leña para el hogar y ordenar los aperos de trabajo.
Aquellos cuatro hombres volvían del campo y bebían hasta muy entrada la noche,
ninguno de ellos se interesaba por Carlos, nadie le preguntaba cómo le iba en
el colegio, o si quería hablar sobre algo.
Carlos, quería ser madre,
quería oler las flores del campo, quería pasear mirando el cielo, quería
perfumarse y hablar de las novelas que había leído. Había intentado hablar con
su padre, le había sido imposible, su padre solo hablaba de la granja, de
trabajo y si no hablaba estaba bebiendo, nunca había escuchado una conversación
que no estuviese relacionada con la granja.
Los años pasaban y Carlos,
cada día sentía que se moría en aquel lugar, tenía que tomar una decisión,
tenía que cambiar su vida y buscar aquello con lo que soñaba.
Él, era distinto, tenía
sueños, sueños que no podía revelar, porque ninguno de aquellos hombres, los
entenderían.
Con dieciocho años abandonó aquella
granja sin despedirse, tampoco nadie lo buscó, ni se preocupó por saber si
estaba bien.
Pasaron diez años y Marcela, había
visto su sueño realizado, era una modelo reconocida y era madre de una niña
hermosa que le habían entregado con solo un año, quería a esa niña con locura y
con ella realizaba todas esas emociones que le habían sido arrebatadas cuando
era niño.
Junto con su hija, paseaba,
miraba al cielo, le leía cuentos, su vida era tal y como la había
imaginado.
Nunca buscó a nadie, ni a su
madre, porque pensaba que, si ella se había ido, pues no querría ser
encontrada. Ni a su padre, abuelo y tíos, puesto que nunca se habían molestado
en saber que había sido de su vida.
Me ha encantado este relato! Cuanta sensibilidad y como logras, en tan pocas palabras, emocionar con una historia tan dura. Me alegra que tuviera final feliz y al fin Marcela consiguiera encontrarse a si misma y dejar atrás aquellos hombres que no supieron ver lo que había ella. Un abrazo!
ResponderEliminarA veces vivimos en nuestro propio mundo y no nos damos cuenta de que las personas que tenemos mas cerca no reman en la misma dirección a la que lo hacemos nosotros y al final nos parece que nuestra vida no tiene sentido hasta que le damos a todo un giro y empezamos a mirar por nosotros mismos dejando todo lo demás atrás para empezar de nuevo.
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarAy me ha gustado este texto, pese a ser un poco duro y transmitir bastante tristeza, sentir necesidad de cariño y no recibirlo por parte de los que son la familia es mas bastante duro
Me gusta mucho como transmites
Un besazo
Hola, me ha encantado y estremecido a partes iguales este relato. Una historia bastante dura pero con un buen final. Me gusta mucho como te expresas y lo que transmites, muchas gracias
ResponderEliminarFinal inesperado totalmente. Mucho aguantó y esperó Carlos en un ambiente donde solo querían su trabajo y no importaba nada más allá de la finca...Tardó mucho pero consiguió ser feliz y es lo importante, bss!
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