La luna llena y un lazo rojo
Esta historia es verídica,
su protagonista, me permitió compartirla con todos. Personalmente, soy reacia a todas estas
historias, pero ella lo consiguió y me pide que lo transmita por si otras
personas creyentes lo pudieran necesitar.
Durante dos años, la
ansiedad, se estuvo apoderando de su cuerpo, de su mente, de su alma, se
levantaba por las mañanas con el propósito de salir de casa en busca de un
trabajo. Parte de la mañana y de la tarde, las pasaba de empresa en empresa,
dejando su currículum, nunca la llamaban y su desesperación llegaba al límite.
Un día, recibió una carta
del banco pidiéndole que se acercase por su sucursal, mientras caminaba por la
calle, sabía lo que le iban a decir, que ya no tenía a donde agarrarse, había
tocado fondo, ya no le quedaba nada y tampoco conseguía salir de esa situación
que la estaba matando.
Al llegar al banco, una
señorita muy amable, le dijo que el director quería recibirla y le pidió
esperar unos minutos, pues en ese momento estaba ocupado.
Se sentó en uno de los
sillones tan cómodos que tenían cerca de la entrada, pensando si salir del
banco sin hablar con el director, no estaba segura de poder soportar oír más
penurias.
Una mujer mayor; intentó
calcular cuántos años tendría; y se había dicho que posiblemente más de noventa
años, la miró, preguntándole si tenía problemas.
Elsa la miró sorprendida,
se desahogó con aquella mujer, contándole, que hacía dos años que había perdido
su trabajo, y no encontraba otro, que sus ahorros se habían acabado,
seguramente el banco se querría quedar con su casa.
La mujer, le explicó que
ella podía darle una solución, que tenía que creer, porque si no creía, no
conseguiría nada. Comenzó contando que un día de luna llena, tendría que dejar
fuera un lazo rojo, durante toda la noche, a la luz de la luna, pues tenía que
ser bañado por la reina de la noche. A la mañana siguiente lo tenía que doblar
y colocarlo sobre la puerta de su casa, por la parte de dentro, y en unos días
conseguiría un trabajo.
Elsa, no tenía nada que
perder, y así lo hizo, esperó a que la luna estuviese llena, y dejó el lazo
rojo fuera, en la ventana. Por la mañana lo colocó sobre la puerta de entrada,
y ¡sorpresa!, a los dos días consiguió un trabajo, no era un trabajo muy bueno,
pero le dio la oportunidad de conocer a gente, que le informaron de otros
trabajos, y al año consiguió otro mejor y que le gustaba más, con la ventaja
que el sueldo era superior.
Esta es la historia de
Elsa, tal como ella me la contó y como quiere que se transmita.
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