Oxígeno verde
Solo había recorrido
trescientos metros, cuando algo le rozó el pelo, levantó la cabeza, y pudo ver
que todo estaba cubierto con frondosas ramas verdes. Intentó contar cuantos
tonos de verde cubrían aquel bosque, resultaba imposible, algunos brillaban bajo
los rayos del sol que buscaban un hueco para desplegar toda su luz, y dar vida
a aquella inmensidad que cobijaba a tanta variedad de seres vivos.
El bosque hablaba, y si escuchabas con detenimiento podías notar como flotaba el oxígeno, como corría el agua, como los pulmones agradecían aquella pureza que estaban recibiendo.
Al tocar uno de los
árboles, apreciabas su fuerza, su vigor, su poderío. Cuando te apoyabas,
notabas su grandeza, sus ramas igual que brazos te acariciaban, y su movimiento
te mecía, ofreciendo una paz cautivadora.
Cada día daba gracias a
ese bosque, puesto que ofrecía lo más preciado para la vida, y tan solo
suplicaba respeto.
Reclamaba muy poco y nos regalaba mucho más de lo que nos pedía.
Me encantaría encontrarme en un lugar así. Tus palabras parecen que te transmiten a ese lugar .escribes muy bien. Bsss
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarQue lugar más magico nos has transmitido! La verdad es que me gustaría mucho poder visitar algo así algún día, o mejor aún, tenerlo cerca de casa
No valoramos nada lo que la naturaleza nos regala!
Un besazo
Qué sensación tan hermosa la que describes en tu relato...Y es que la naturaleza es maravillosa y nos sirve para reconectar con nosotros mismos y para llenarnos de aire puro. Me has antojado un paseo por el bosque, que lo sepas jaja, bss!
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