Poético silencio



Poético silencio

Al mirarla, su corazón se desbocaba, dando paso a emociones que nunca había sentido, sus labios querían moverse, para dejar salir todas las sensaciones que se agitaban dentro de su ser.

Ella, ajena a toda aquella fluidez de sentimientos, se pasaba la media hora de la comida, sentada en aquel parque, con la mirada siempre fija en un libro, parecía acariciar cada una de aquellas letras, dando forma a la historia contada.

Tardó en darse cuenta de que, en el banco de enfrente, siempre estaba el mismo hombre, llevaba meses observándola, acariciándola con la mirada, en sus ojos no veía maldad, solo percibía admiración. Eso le gustó, sentirse admirada por alguien, producía una sensación agradable.

Él, nunca se atrevería a dirigirle la palabra, no era de frases largas, su vocabulario era muy reducido, sus estudios mínimos, y ella, era inteligente, era profesora en aquella universidad, todo el mundo la respetaba, siempre con un libro, en busca de más sabiduría.

La semana había sido estresante, con exámenes y ella había comido en la sala de rectores, sentía como si le faltase algo, con la mirada perdida miró por la ventana y allí estaba él, arreglando aquella fuente, una fuente que llevaba diez años estropeada por falta de presupuesto. Tomó la iniciativa de salir al jardín, luego decidiría si decirle algo o no.

Él, se había ofrecido para arreglar aquella fuente, solo para ella, para que mojase sus labios en aquella agua que él mismo haría brotar.

Ella, se acercó hasta la fuente, las palabras fluyeron solas.

—¡Buenos días!, ¿al final han decidido arreglarla?

—Sí, así es.

—¿Quiere que tomemos algo por la tarde?

—Me parece bien.

—¿Le parece, que quedemos a las ocho, en los bancos del parque?

—Sí, allí estaré.

Él, fue puntual y ella se retrasó cinco minutos, pasearon, tomaron algo, comieron y ella hablaba y hablaba, y él, la escuchaba, la miraba y ella se sentía atraída por aquel poético silencio.

Ella, le invitó a subir a casa, bebieron, bailaron e hicieron el amor, él, era un poeta en la cama, sus manos eran música, sus besos, poemas que hacían perder el sentido, sus movimientos como las olas del mar, que llegaban despacio para acabar rompiendo contra las rocas.

Se despertaron felices, él, le acaricio la cara, le dio un beso y le separó un mechón de pelo que le había caído sobre la mejilla. Ella, continuaba hablando, no podía parar, le miraba y solo contemplaba poesía, no tenían nada en común, pero a ella le encantaba la poesía, y a él, le fascinaba ella.

Poético silencio














Comentarios

  1. Una Historia muy bonita y tierna, me ha encantado leerla. Un beso

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  2. Muchas gracias, me alegra mucho saber que te gustó. 🥰

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  3. Hola! Hermosa historia, los diálogos una lectura rápida pero muy buena calidad, sublime la fotografía sin duda va y queda expresamente mucho del texto. ¡Me gusta!

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  4. A él le encantaba escucharla hablar. Y a ella le encantaba que la escuchará bonita historia romántica Me gustó mucho.

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  5. Hola!
    Excelente historia! me deja un sabor agridulce estas historias tan cortas pero tan tiernas ala vez, son del largo perfecto para querer más. Me gustó mucho!

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  6. Hola :)

    Es una historia de amor muy hermosa, dos opuestos que se quieren y al parecer van a estar juntos por mucho tiempo. Es una historia corta pero eso no molesta. Gracias por compartir.

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  7. Escribiste un texto muy bonito y profundo de esos que al leer parece que estes sentada en el banco de enfrente observando esa historia, ya sabras el dicho los polos opuestos se atraen.
    Sera que estamos en el mes del amor y todo nos parece mas romántico

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  8. Muchas gracias, me alegra que os haya gustado.

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