Dos meses y medio
En este enlace podrás leer la primera parte de este relato 2019 .
La noche de fin de año la
había disfrutado, se había reído, bailado y conversado con aquel hombre, que
también estaba solo, habían hablado de sus vidas sin profundizar demasiado,
ambos estaban bien juntos y eso era lo que en ese momento deseaban.
A la mañana siguiente se
había despertado con unos fuertes brazos rodeándola, estaba tan necesitada y
tan a gusto que le daba miedo moverse, no quería que él se despertase. Se
habían amado con pasión, en ese momento hubiese deseado que el tiempo se parase,
y que por unos días se fundiese en un bucle para poder revivir de nuevo toda
aquella pasión.
Se despidieron, sin más,
ninguno de los dos quería nada por el momento, dejaron todo en manos del
destino, a ver qué tal se portaba.
Llegó a casa, y encontró
a su madre muy preocupada, le dio un beso, y le pidió disculpas por haber
tardado tanto. Aquella mujer enferma miró a su hija y de inmediato supo que
algo bueno le había pasado, hacía tiempo que no veía en sus ojos aquel brillo,
aquella media sonrisa de felicidad.
—Hija, me he preocupado
mucho por ti, pensé que te había pasado algo, y yo aquí tirada, sin poder hacer
nada.
—No te preocupes, mamá, ya
estoy aquí.
—Hija, perdóname, he
tenido toda la noche para pensar en lo que te estoy haciendo, no me lo
permitas, no dejes que influya en tu felicidad, cuando tengas necesidad sal,
diviértete, busca a tus amigos, me he dado cuenta de que no te dejo vivir, que te
estoy sacando los mejores años, y tienes razón, lo que tenga que pasar, pasará
tanto si estás, como si has salido.
—Gracias, mamá, no sabes cómo
me alegra saber que lo entiendes, no voy a dejarte, estaré contigo y te
cuidaré, pero de vez en cuando necesito salir, hablar con gente de temas
distintos, variados, ver el mundo fuera de estas cuatro paredes, no por eso voy
a dejar de quererte.
—Sí, cariño, lo sé,
perdóname, he sido una egoísta…
Madre e hija se fundieron
en un abrazo. Ahora después de dos meses y medio, no sabía cómo decirle que
estaba embarazada, no sabía qué hacer con el padre de su hijo, si decírselo, o
no, pensaba que él tenía derecho a saberlo, independientemente de cómo fuese a
responder.
Se arregló y salió al bar
donde se habían conocido, no fue hasta la tercera tarde, cuando una mano se
posó sobre su hombro, se dio la vuelta, y allí estaba él, con aquella sonrisa
encantadora, la mirada que traspasaba y aquel porte de galán.
Tras hablar durante
varios minutos, le dio la noticia, él, por un momento se quedó traspuesto, no
sabía cómo reaccionar ni que decir. Tuvo
que ser ella, la que le prometió que nunca más volvería a buscarle, que había
tomado la decisión de decírselo, porque consideraba que era lo correcto, que no
quería nada de él.
Él, no opinaba lo mismo,
quiso implicarse sin más, conocer a su hijo, y que su hijo le conociese a él, y
si por casualidad o por el destino surgía algo entre los dos, mejor, y si no
era así, ambos cuidarían de aquel niño, que, sin culpa, vendría al mundo tras
una noche que había resultado maravillosa e inolvidable para los dos.
Que bonito relato
ResponderEliminarFeliz semana,
¡Hola!
ResponderEliminarMe encanta leer tan bonito final de la historia.
La verdad es que es una auténtica faena que te pase algo así, y creo que poniéndome en el lugar de ella hubiese hecho lo mismo, comunicárselo a él pero sin pretensión de nada.
Me ha gustado que él no hiciese lo que muchos harían (lo se porque no me ha pasado en primera persona pero sí con una muy allegada mía).
Aunque no se planease, al final es responsabilidad de los dos, así que me ha gustado toparme con un personaje responsable.
Besotes