El gato blanco


El gato blanco

Nacido en libertad, había aprendido que sobrevivir era primordial, buscar alimento le ayudaba a subsistir, apartarse de otros animales más grandes e incluso de su misma especie le permitía no salir lastimado o incluso muerto.

Era un gato blanco, grande, hermoso, con un pelo brillante al cual le dedicaba muchas horas de su vida para dejarlo lustroso. Cuando no cazaba, se tumbaba en un tejado, aprovechando los rayos de sol, donde se pasaba horas y horas buscando la mejor postura.

Tenía suerte, aquel tejado no lo visitaba ningún otro gato, solo un perro flaco cuidaba aquel solar, su única función era ladrar, a él no le importaba, era mucho más rápido, ese viejo perro jamás podría alcanzarle.

Seguramente tenía hermanos por algún lado, no le quitaba el sueño, era un gato solitario, muy vago, holgazán, ocioso, su día a día se limitaba a la mínima acción, evitaba enfrentamientos, su felicidad estaba en su comodidad.

Un día descubrió que siempre dejaban comida para los gatos callejeros, pensaba que tenía que ser rápido, no quería cruzarse con otros gatos, ni tener compañía para poder disfrutar de aquellos majares. 

Estuvo pendiente de cuando era la hora de comer, ese día habían dejado restos de pollo, le encantaba, a veces desde el tejado veía gallinas en el corral vecino, soñaba con poder atrapar alguna, también pensaba que darles caza le daría mucho trabajo, no estaba para esforzarse.

Bajó del tejado con sigilo, caminó mirando a todos lados, no había nadie, ya le llegaba el olor del pollo, sabía que se estaba acercando, unos pasos más y disfrutaría de aquel manjar. No quedaban más que unos cuantos metros, una cuadrilla de gatos pardos corrían hacía las sobras, escondido detrás de una muralla observó cómo intentaban zampar el pollo, uno de los gatos, el más viejo los ponía a raya mientras se saciaba para dejarles solamente los restos.

El gato blanco, sabía que ese día tendría que cazar, por el momento volvería al tejado, aún no tenía demasiada hambre. 







Comentarios

  1. ¡Hola!
    Que bonito relato, aunque debo decir que no sé, aunque me ha despertado mucha ternura a la par he notado un poco des tristeza por ese gato blanco. Cierto es que el estaba viviendo la vida que quería en cierto modo, pero seguro que no la eligió, como pasa, por desgracia con muchos de los gatos que podemos ver por las calles.
    Por otro lado, me ha hecho pensar en la soledad, y no solo en los gatos. Supongo que en esta época de confinamiento nos da por pensar más en todo.
    Como siempre, un placer leerte.
    Besotes

    ResponderEliminar
  2. Holaa
    Creo que has relatado la vida de muchos gatos ehh jajaja si es que yo los veo tal cual. Me encantan y me hacen mucha gracia pero son vaguetes hasta decir basta. Yo he llegado a ver a mi gata cazar tumbada! La tía con 15 años es más lista que el hambre jejej
    Besazos

    ResponderEliminar
  3. Imagino que la foto del post también es tuya, me ha encantado. Vaya gato más vago y cobarde que hemos encontrado por aquí.
    No sería la primera vez que veo una riña entre mininos, eso de huir en momentos clave no es lo suyo, bss!

    ResponderEliminar
  4. En los pueblos, es muy habitual ver gatos rurales, cuyo dueño es la gente del pueblo. Estos consiguen acomodarse y tener una vida plena gracia a los habitantes, quienes también se encargan de manteros bien desparasitados y alimentados. Un gato sano dará compañía a todo el mundo, y un gato desparasitado no causará ningún problema

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Muchas gracias por haber leído el post y por dejar tu comentario, tu opinión es muy importante para mí. Este blog siempre devuelve todos los comentarios. 😘💖
Gracias a Pixabay por las imágenes

De acuerdo con la nueva Ley sobre Protección de Datos, RGPD, os informo a todos los que quieran comentar en el blog que se autoriza a que aparezca publicado el comentario con los datos que se aportan al escribirlo.