El pueblo
En un lugar tranquilo
oculto por montañas rodeado de una extensa variedad de árboles se escondía un
pequeño pueblo, no lo habitaban más de ciento cincuenta vecinos, las casas
formaban un pequeño círculo, justo en medio una plaza donde todos los veranos
se celebraba la fiesta patronal que consistía en un concurso de matrimonios, ese
año los solteros eran nueve y las solteras siete, ambos se colocaban con los
ojos tapados en medio del resto de vecinos que vociferaban los nombres de los
casaderos. Una de esas parejas sería elegida al azar y antes de la próxima
fiesta tendrían que estar casados.
En el grupo estaban Eva y
Jacobo que se amaban locamente, llevaban saliendo a escondidas más de seis
meses, nadie podía casarse si no pasaba por el sorteo que bendecía el patrón
del pueblo, en caso de no cumplir con las normas serían repudiados.
Todo estaba preparado,
las mujeres con su vestido blanco inmaculado, zapatos de medio tacón, el pelo
recogido y una cinta blanca cubriéndoles los ojos. Ellos con traje negro,
corbata azul, zapatos negros y una cinta negra alrededor de los ojos. Se
colocaban unos enfrente de otros esperando saber cuál sería su nueva vida.
El portavoz del sorteo se
acercó con los sobres que introducía en dos bolsas, una para los hombres y otra
para las mujeres. En las de los hombres ocho sobres blancos y uno escrito con
la palabra “casado” y en el de ellas seis sobres blancos y uno escrito “casada”,
aquellos que sacasen esa palabra serían los afortunados.
Eva tenía las manos
sudorosas, rezaba para que a Jacobo le tocase un sobre en blanco. Cuando les llegó
el turno a las mujeres, Jacobo estaba nervioso, él no sabía todavía su suerte
hasta que todos tuviesen su carta, tenía una oportunidad muy pequeña de que su
amada sacase el mismo resultado que él.
Eva fue la que finalizó
el sorteo, introdujo su mano en la bolsa, el resto de vecinos les fueron
sacando uno a uno los pañuelos de los ojos para que los participantes abriesen
su destino, Jacobo sacó “casado” Eva lo sacó en blanco, la afortunada de
casarse con Jacobo era una de las más jóvenes, una chica simpática, agradable y
muy hermosa. Él, pensaba que dentro
de lo malo había tenido suerte, la chica era de su agrado, al día siguiente comenzarían sus amoríos como pareja y antes de un año estarían casados.
Eva no podía evitar el
dolor que sentía, tenía ganas de llorar, de echar a correr, de
perder aquel maldito pueblo de vista, aquella antigua tradición le había
hundido toda su vida.
Al día siguiente el
pueblo tenía dos habitantes menos, el amor que sentían no se podía detener,
impedir, olvidar, daba igual el lugar, la zona, la fiesta, el patrón, la
familia, se amarían, aunque fuese lejos, pero juntos.
¡Hola!
ResponderEliminar¡Menuda tradición, a mi parecer, tan horrible! Aunque no sé porque me he escandalizado si hoy en día, por desgracia, hay muchos países que aun existe por ejemplo lo de los matrimonios concertados, pero vamos, esto de hacerlo a sorteo, no se si es peor.
Así que me alegra que los dos enamorados decidieran vivir su amor y alegarse de ese pueblo un tanto sectario.
Un relato súper original, las cosas como sean.
Besotes
Uma tradição que não gostaria de passar. O amor não pode, nem deve ser escolhido.
ResponderEliminarBeijinhos
Os Piruças
Me ha parecido una tradición horrible y de haberme criado en una pueblo así y haberme enamorado de un vecino, le habría propuesto huir antes de celebrarse el sorteo. Al contrario que Mi meta mi salud, yo no tengo claro que los enamorados hayan huido juntos al final de la historia, pero no sé si preguntarte o quedarme con la duda. Gracias por compartir, un abrazo
ResponderEliminarMe parece una tradición muy rara eso de encontrar pareja para casarse de esa forma, algo muy poco real pero claro que en algunos lados hay algo masomenos parecido, el tema de los matrimonios arreglados por familias pero bueno eso ya viene conversado y tampoco me gusta. Me dio pena al leer que a él le tocará el nombre de otra chica, entiendo que finalmente la pareja que se amaba huyeron juntos ¿verdad? En general me gustó, fue corto y directo :)
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarMenuda tradición dios mio,pero lo peor de todo es que aun existen cosas asi o similares y no lo sabemos....
Lo encuentro horrible pero debemos saber que aun existen,seguro cosas asi
Hola!
ResponderEliminarla tradición no sabría si definirla como cruel o no... para alguien que no encuentra pareja no está mal pero para quien se enamora es toda una torura. Espero que Eva y Jacobo fueran felices allá donde huyeran para vivir libres su amor.
Besos!!
Hola,
ResponderEliminarAún hoy en día hay culturas que ésto se sigue haciendo. Nos escandaliza pero es una realidad. No hace tantos años en mi isla también los matrimonios eran concertados. Se juntaban las familias de más poder para no perder patrimonio. Parece súper lejano y hará 80 años como mucho...
Hola! Es increíble que hayan y existan culturas de este tipo, a pesar de ser una historia todas tienen una razón de ser, de ahí surgió la lucha por la libertad de expresión y los derechos humanos. Gracias por compartir.
ResponderEliminarLo cuentas con tanto realismo que me llego a plantear si hace unos años esto podía ser normal en los pueblos españoles. Existían caravanas de solteros, así que a esto solo hay un paso...El azar es caprichoso y no está siempre de nuestro lado...bss!
ResponderEliminarHola guapa, pues tu relato me ha recordado de lejos lejos el cuento La loteria de Shirley Jackson, me parece fantastico que la gente se labre su propio futuro y cuando las cosas son injustas, no se deben aceptar, asi que... a vivir! besos
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