El hijo de la doctora





 El hijo de la doctora

Si la educación, una buena familia, un buen hogar, unas pautas desde el comienzo de la vida lo eran todo para ser una persona de bien, es este caso todo se vino abajo por una estupidez de juventud, de pocas luces, de no saber nada de la vida, de tenerlo todo y de luchar sin esfuerzo.

Treinta años trabajando con guardias eternas para que a final de mes el sueldo fuese más alto y así poder darle al único hijo que tenía todo lo que desease. Ya no lo que necesitase, sino todo lo que quisiera, porque a pesar de ser una madre cariñosa, tener un buen status social, una persona dura a la hora de dar educación, cometió el error de dárselo todo. Creía que como ella había pasado tanta necesidad, quería evitar que su preciado heredero pasase por algo así.

Llegó la universidad, con ella unos gastos extra que le suponían tener que trabajar más horas, no le importaba, como regalo aquel coche estupendo aparcado delante de la puerta para que se desplazase y si divirtiese, todo era poco por ese logro de llegar a entrar en una de las mejores universidades.

Esa noche disfrutó de su regalo junto a sus dos mejores amigos, corrieron por la ciudad, por carreteras secundarias, por caminos de tierra, al tiempo que bebían todas aquellas cervezas que compraran en una gasolinera.

El destino es así, cruel en ocasiones y llega pausadamente cuando menos te lo esperas, accede a tu vida y se queda en ella para impedir esa felicidad que inconscientemente disfrutas sin saber que allí estará. En este caso, al pasar la curva, el topetazo fue tan fuerte que sus pies se levantaron de los pedales y como un resorte pisaron el freno mientras en sus cabezas veían como aquella mujer volaba por encima del coche para caer en la parte trasera y rebotar en el frío asfalto.

El coche se detuvo y los tres amigos sin bajarse miraban aquel cuerpo, lo único que les pasaba por la cabeza era huir de aquel lugar, olvidar todo lo que pasara, pensar que era un sueño del cual despertarían y se reirían de ello. Salieron a toda velocidad, dejando unas marcas en la carretera acompañando a la mujer inmóvil.

Se fueron a sus casas, no se llamaron en tres días, ninguno quería ser el primero en recordar aquella noche. Sin embargo, el destino se había apoderado de ellos, ya no les soltaría mientras viviesen, unos segundos que cambiaron toda una vida. Se evitaban, no querían compartir aquel desenlace, aquella cobardía, una amistad perdida, unas notas que bajaron porque la concentración ya no podía ser la misma, una ira que ya no podían dominar, una culpa que los consumía desde dentro y explotaba por cualquier situación.

Finalmente, se entregaron y confesaron lo sucedido aquella terrible noche, era un principio para doblegar al destino, descansar la culpa, y más, cuando supieron que aquella mujer no había muerto, se estaba recuperando de las lesiones que fueran varías y graves. Así, de esa manera, pagaron su delito, pidieron perdón y pudieron volver a vivir, a sentir la amistad, aunque sabían que ya nada sería igual, no obstante, algo había mejorado y ese era el primer paso.

El hijo de la doctora


Comentarios

  1. Los cargos de conciencia es posible que sean lo más pesado que existe. Y eso que no se pueden medir en una báscula.

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  2. El destino nos sorprende muy a menudo, buen post ❤

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  3. Agradable la.nueva presentación del blog, Mar. Siempre renovarse.
    La publicación muy buena, reflexión profunda en corto.
    Abrazo!

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  4. Gracias por compartirnos estas plabaras y que como siempre nos hace reflexionar y es algo que valoramos mucho. Una publicación muy interesante y sobre todo de la cosnciencia de cada uno!

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  5. Hola! Creo que es una historia que nos hace pensar en muchas direcciones. No solo por parte de los culpables, sino desde el principio, la implicación de la madre en la educación de su hijo. Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
    Un besote!! ^,^!!
    ELEB

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  6. Hola! Es una historia que nos invita a la reflexión, no solo por lo sucedido si no también por la educación que recibió, a veces nos parece una tontería pero ahí se empieza a forjar el carácter de la persona y como responderá ante las distintas situaciones que nos presenta la vida. El cargo de conciencia juega un papel importante en esta historia. Me ha gustado. Un beso

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  7. Es una historia que hace reflexionar en muchos aspectos. Creo que lo más importante es estar con la conciencia tranquila y asumir las consecuencias de los actos que cometemos, nos gusten más o menos. Los valores de una persona son los que hacen que al final hagan o no lo correcto.

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  8. Por desgracia, esto bien podía ser una noticia del periódico y no un relato de tu invención. Es muy bonito decir que se es responsable pero cuando llega un momento clave salir huyendo...bss!

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