Anastasia
Quiero contaros un hecho real que a lo largo de la niñez escuché cientos de veces, fue algo que le pasó a una mujer llamada Anastasia allá por el año 1920, años difíciles para las mujeres de campo, ellas eran el pilar de una casa, algunas o la mayoría el sustento de una familia numerosa que incluía hijos, abuelos, padres, y donde el salario del marido no llegaba para cubrir tanto gasto.
Hace años en los pueblos
la gente mayor contaba historias reales, a veces algo adornadas para darles ese
toque que provocaba risa o por el contrario terror. Los niños y los no tan
niños se quedaban callados en espera que una de ellas empezase a relatar, en
esta ocasión la hija de Anastasia contaba lo que le había pasado a su madre.
—Antiguamente las mujeres
se levantaban muy temprano para dejar las labores hechas y cargadas con cestos
llenos de legumbres, trigo y maíz caminaban kilómetros para vender en el mercado
—hizo una pausa pasando su vista por cada uno de los allí sentados, observado
que todos estaban atentos —ese día todavía no eran las cinco de la mañana
cuando mi madre se puso en marcha cargada con todo lo que quería vender, no
esperó por otras mujeres, sin miedo y para adelantar se dispuso a cruzar por el
camino del cementerio, le quedaba unos cuantos metros cuando escuchó el
tintineo de unas campanillas, miró a un lado, a otro, atrás y no vio a nadie —Respiró
profundamente, mientras notaba que algunos niños se acercaban a otros como
buscando protección, otros miraban a los lados y otros cerraban los ojos
esperando que la anciana continuase —A solo tres o cuatro pasos del campo santo
notó el aliento de algo en su nuca, sin darse la vuelta agarró la cesta que
llevaba en la cabeza y la depositó en el suelo, llevó sus dos manos a la nuca y en ellas sintió un aire gélido que le erizó todos los pelos de su cuerpo, no
quería darse la vuelta, no quería ver lo que tenía detrás, se arrodilló, se
persignó y rezó con los ojos cerrados, así estuvo al menos diez minutos, aquel
frío en su nunca continuaba dándole la impresión que cada vez era más cercano y
más fuerte —Cogió aire y bajó el tono de voz, muchos de los allí presentes
apenas podían respirar y se fueron acercando a los pies de la mujer para poder
escucharla.
—Mi madre estaba
aterrorizada, le dolían las rodillas de tenerlas contra el suelo, temblaba pues
aquel frío no era de este mundo, las campanillas tintineaban a su alrededor, no
se sentía capaz de mirar, ni siquiera de moverse, ya no sabía a quién más
rezar, a quien pedir ayuda, decidió seguir en esa posición hasta que
amaneciese, estaba convencida de que era la Sana Compaña pues a lo largo de los
años escuchara historias sobre esos seres que buscaban almas aprovechándose del
miedo que causaban, recordaba que era mejor no mirarles a los ojos pues así te
convertían en uno de ellos —Esta vez la pausa fue más larga, los allí presentes
se agarraban de las manos y tanto niños como mayores comprobaban su nuca
tocándola y algunos decían que notaban el aire frío, ella siguió contando.
—Sin saber cómo ni porque
comenzó a flotar a unos palmos del suelo, ahí abrió los ojos y se topó de
frente con un ser vestido de blanco, no tenía pies, sus ojos se aferraron a los
de ella y ya no pudo apartar la vista nunca más, desde ese día no se supo nada
de mi madre, solo encontraron su cesta en medio del camino muy cerca del
cementerio.
Uno de los niños miró a
la anciana —¿y si ella no volvió como se sabe lo que le pasó?
Ay! Mar! Mujer, eres increíble. Me tuviste con la piel erizada todo el relato, en algunas partes me detenía esperando a que algo sobrenatural me sucediese en ese momento, no quería que terminara. No, tus relatos no terminan, quedan así para siempre. Un abrazo Mar!
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarEstos relatos que tienen esa parte de leyenda urbana tiene la capacidad de estremecer a cualquiera. Se escuchan muchas historias así aún hoy en día a saber que parte de verdad o no tienen...
Besotes
Wow pero que genialidad de relato 😍 estuve entretenida y con expectativa desde que lo empecé a leer 💜
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche.
Genial relato eres muy buena escritora. Te mando un beso
ResponderEliminarEnamorada de las letras
Está claro que nunca sufrirán esas personas el síndrome de la silla vacía.
ResponderEliminarHola. Que emocionante ha sido leer el relato. Me has tenido expectante todo el rato para saber más y más. Me encanto el relato. Besos.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNo sabes como me he quedado después de leerte.
Soy de un pueblo donde hay muchas historias o leyendas, por decirte que en el se hacían aquelarres y quemas de brujas (y eso ya de por sí da para mucho), por lo que me he criado escuchándolas, y quizás sea por ello que siempre me han llamado la atención.
Sea verdad o no, creo que son parte de nosotros.
La que nos cuentas hoy en este post, es de esas que te dejan pensando, o al menos a mí.
Como siempre, un gustazo leerte
Besotes
¡Qué susto! Aunque las almas buenas no vienen para asustarnos sino para enseñarnos cómo seguir. Tu relato da bastante miedo, pero si yo te contara las cosas que me han pasado, seguramente a la que se le pondrían todos los pelos de punta sería a ti. Las historias ambientadas en el cementerio, siempre causan temor y esta en concreto, de las campanillas sonando, me ha recordado una parte de la película La Monja.
ResponderEliminarQue relato más emocionante, me encanta, me encantan las leyendas de los pueblos, tiene su encanto, por un momento, hasta he sentido frío, leyéndote, me recuerda a una anécdota que nos conto alguien hace un tiempo, no se si se la invento, pero al contrario que esta, tuvo su momento hasta gracioso, también ocurría en un cementerio.
ResponderEliminarQue relato más impactante, estas historias de los pueblos dan miedito, dicen que son reales. A mí de niña me ajustaban bastante y ahora también.
ResponderEliminarHola ... esos relatos que pasaban de generación tras generación de boca en boca y contados por los mayores son el recuerdo de muchos creo que ahora se perdió esa costumbre y es lamentable. Bueno sin duda asustadizo el relato, lo único que sí me causa ruido es la sra voltio y vio que no había nadie pero si habían niños y gente del pueblo era del susto o por todo el tiempo que estuvo allí? y me causó gracia eso de que ya no sabia que rezar. Sustoooo jeje saludos
ResponderEliminarHola! Me ha gustado mucho, me ha tenido enganchada hasta el final y en tensión, la verdad es que este tipo de leyendas que se cuentan siempre y pasan de generación a generación me gustan mucho pero también me dan escalofríos cuando las leo. Buen relato, ha sido muy emocionante leerte. Un saludo.
ResponderEliminarHola, bella, esta historia me dejo con pelos de punta jejeje... a pesar de saber que si existen este tipo de relatos, ya que soy médium y puedo constatarlo... pero siempre evito las historias urbanas y leyendas... no me pregunten por qué.... es raro, pero definitivamente este tipo de relatos me asustan, pero me gustan jejej besos a la distancia!
ResponderEliminarLo mismo hubiéramos preguntado cualquiera al escuchar el relato, ¿se lo estará inventando? si su madre no volvió...Vamos, que no hay que hacerse los valientes de madrugada, no vaya a ser que se forme una nueva leyenda ;)...bss!
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