El escapulario
Cuantas cosas se olvidan a lo largo de la vida y en un momento sin más aparecen en nuestro recuerdo como queriendo decirnos algo, como si esa acción, palabra, estuviese oculta porque nuestro cerebro necesitaba retenerla para un día sacarla y descubrir que todo gira alrededor de los nuestros, de lo que hacen, de lo que dicen, de su forma de actuar, son como conexiones que nunca se rompen y aunque pasemos años sin acordarnos, en algún momento afloran para decirnos aquí hemos estado y esto es lo que os hemos dejado.
Recostada en la cama del hospital recordó palabra por palabra en lo que su abuela creía ciegamente, recordaba la carita de su hermano recién nacido con tan poco peso, nadie contaba que saliese adelante. Sin embargo, aquella mujer menuda con tanto bagaje a sus espaldas sacó de una caja un escapulario para prenderlo en la ropa de aquel pequeño que luchaba como un valiente por continuar en este mundo.
Ahora era ella la que
rezaba para que su pequeño tuviese una oportunidad, sabía que los tiempos eran
distintos, los medios mucho más avanzados lucharían por la vida de su ángel.
Ella tendría que irse a casa sola, mientras su hijo quedaba vigilado por los
médicos que lo intentarían todo por mantenerlo a salvo.
Rebuscó por todas las
habitaciones en busca de aquel escapulario que con tanta claridad recordaba, no
era una creyente ciega, ni fiel, pensaba que la vida tal como venía también se
acababa, sin más, solo con la oscuridad, a pesar de ello en esos momentos se
agarraría a cualquier cosa que ayudase a su pequeño. Cuantas vueltas había dado
su vida, tras años intentando ser madre lo había conseguido, aunque su edad ya
no era la más propicia siguió adelante con la esperanza de que todo saliese
bien. Aquel niño tan esperado llegó antes de tiempo, muy bajo de peso, con
algunos problemas por lo que tendría que luchar para poder estar los dos
juntos. Lloró con el corazón encogido pensando en todos esos cambios en su vida,
cuando miró a su pequeño se acordó de su abuela, de sus creencias, de sus
actos, de sus palabras, de todo lo que rezaba para que su hermano cogiese
fuerzas para afrontar todo lo que el mundo le tenía que ofrecer.
Dentro de una caja
forrada de fieltro encontró el escapulario, todavía tenía el imperdible y a
pesar de los años se conservaba limpio y en buen estado. Lo agarró entre sus
manos y miró la foto de su abuela rogándole que, si ella estaba en lo cierto,
que después de la muerte había otra vida, velase por su pequeño, le diese la
oportunidad de reír, de jugar, de crecer y a ella de poder abrazarlo y darle
todo su amor.
Colocó el escapulario
bajo la manta de la incubadora, sabía que no podía hacerlo, pero en ese momento
lo único que quería era darle todas las oportunidades que fuesen necesarias y
si para ello tenía que creer, creería, si tenía que rezar, rezaría, si tenía que
prometer algo, lo haría, si tenía que dar su vida por la de él, la daría.
Uno se aferra a todo
aquello que le pueda ayudar cuando el dolor es tan inmenso que nadie terrenal
puede calmarlo, se agarra a un milagro que era lo que en ese momento estaba
pidiendo, esperaría junto a su ángel convencida que los que habían compartido
su vida con ella y ahora ya no estaban lo protegerían.
Me quedo después de la lectura coincidiendo contigo en el ultimo párrafo. Yo creo que todos, inclusive los que se consideran o hacen llamar ateos creen en algo/alguien y hay un momento de la vida en que siento que se nos pone a prueba en relación a nuestras creencias, o fe, cualquiera que sea. Lamentablemente a veces nos acordamos tarde, y no prestamos atención a todas las "señales" que el universo , o Dios, o esa fuerza sobrenatural que sin duda está por encima de nuestra humilde humanidad , nos ofrece en nuestra vida cotidiana.
ResponderEliminarSi en verdad prestásemos atención a las señales, nuestra vida sería más apacible, serena, confiada. Interesante y reflexivo relato con ese final abierto tal como es la vida...no sabemos lo que sucederá en el siguiente instante. Me ha gustado!!Te dejo un abrazo y que tengas un bello dia.
muy lindo hola puedo hacerte tu iniciactiva me puedes seguir mi blog https://sweetdreamsbyrocio.blogspot.com
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarDe sobras sabes que no soy creyente, porque anda que no me repito jejeje. Pero sí soy de las que piensa que aferrarnos a lo que sea en situaciones difíciles nos puede ayudar, y mucho, y más si, como sucede en el relato, es algo que tiene además un gran vínculo emocional/familiar.
Nosotros en mi familia tenemos también un objeto, aunque no religioso, que es como una especie de amuleto, al que nos aferramos muchas veces en momentos duros (era de una tatarabuela mía). Y no sé influye al final, pero sí, nos ayuda a mantener la esperanza, que creo que es el pilar que nos sostiene en esas situaciones difíciles.
Besotes
Me hizo recordar cuántas veces en la vida a todas las edades he sostenido una imagen con muchísima fuerza poniendo en ello, en esa acción, toda la esperanza, aún a sabiendas de que se trataba solamente de un objeto. Sí, esta madre en esos momentos estaba auténticamente desesperada y necesitaba ese "algo" que le ayudara en tan difícil tránsito.
ResponderEliminarMuy bonito, muy especial relato de Mar. Cada uno nos da tanto! Un abrazo.
Hola!
ResponderEliminarbello texto a la ver que sobrecogedor. Es verdad que hay quien en momentos de desesperación se aferra a un clavo ardiendo pero no lo veo mal, ni muchísimo menos. Es precisamente en eso difíciles isntantes cuando viene bien algo de consuelo y la sensación de que se está haciendo algo, en este caso por la recuperación del pequeño. Creo que todos tenemos un amuleto o talismán en nuestra vida para esos momentos.
Besos!!
Un enternecedor relato con olor a pasado. Creo que en ciertos momentos de la vida, aunque no se crea en nada, pensar en algo que está más allá de cualquier entendimiento, suele dar fuerzas para seguir. El recuerdo de una abuela como en este caso y un escapulario y una fe que aunque no se tenga, unidos todos, suelen mover montañas, sobre todo, cuando el fin último es la salud de un pequeño.
ResponderEliminarEn ocasiones, refugiarse en objetos personalizados o con un carácter religioso es una forma de ayudar a superar situaciones duras.
ResponderEliminarEs una forma de conseguir afrontar esos retos de forma humana.
En ocasiones, refugiarse en objetos personalizados o con un carácter religioso es una forma de ayudar a superar situaciones duras.
ResponderEliminarEs una forma de conseguir afrontar esos retos de forma humana.
Un texto sobrecogedor y a la vez bonito, no soy creyente pero si creo que ante el dolor o la desesperanza, te aferras a lo que sea, para tener un poco de esa esperanza perdida, sin duda ayuda a superar situaciones difíciles.
ResponderEliminarPrecioso relato querida amiga
ResponderEliminarEnfrentar las adversidades. El coraje se manifiesta de muchas maneras.
ResponderEliminarMe ha encantado y llevas toda la razón ya que en tiempos difíciles al final todas las personas nos aferramos a algo a lo que tenerle fe seamos de la religión que seamos e incluso si no tenemos religión. Todo ser humano necesita creer y tenerle fe a algo.
ResponderEliminar¡Hola! Una historia preciosa y muy emotiva sin duda la fe mueve montañas y es muy poderosa. También me he sentido muy identificada ya que mi peque fue prematuro. Es una circunstancia muy dura. Te felicito por el relato. Un abrazo
ResponderEliminarQué cierto es que uno se agarra a todo lo que pudiera hacer posible un milagro y muchas veces en situaciones límites, vienen a nuestra mente creencias, rezos y recurrimos a la fe que quizás perdimos. Pero, a fin de cuentas, ¿qué podemos perder cuando uno cree que todo está perdido ya?
ResponderEliminarYo también tengo guardado algún escapulario
Lo terrenal no es tan importante en la vida, a veces lo olvidamos ❤
ResponderEliminarBonito relato, como siempre un placer pasarme por aquí y leerte. Un beso y feliz fin de semana💖💖💖
ResponderEliminarHola
ResponderEliminar¡Qué historia más bonita! Yo era 0 creyente y de un tiempo a esta parte he visto lo que es capaz de hacer la fe crea una o no... En los momentos dura una se aferra a cualquier esperanza
Besotes
Sin duda, en los malos momentos, tanto creyentes o no piden, ruegan, que si hay alguien/algo ahí arriba de fuerzas para que puedan superar los obstáculos. Seguro que su abuela veló por ellos,bss!
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