Claro designio
Llegó la noche, estaba feliz el día había sido productivo a lo largo de todas sus horas, se sentía satisfecha y contenta de haberse reencontrado con varios amigos que hacía años que no sabía nada de ellos, a pesar de quedar muchas cosas pendientes prometieron no volver a perder el contacto. Al llegar a casa la esperaba una cena familiar y después de un buen baño relajante compartió aquel momento con los que más quería, se acostó pensando que nunca olvidaría aquel día, todo le había salido bien, dormiría plácidamente.
No podía recordar cuanto
tiempo estuvo dormida, fue al despertar cuando observó su cuerpo inmóvil, percibió
el dolor en todos aquellos que la amaban, incluso notó desconsuelo en los que
en algún momento la habían dejado, abandonado, envidiado o despreciado.
Tardó en reconocer que
ahora su destino sería otro, le producía angustia dejar aquel que fuera su
hogar por muchos años y se recriminaba haber pensado que no era perfecta, que
le hubiese gustado tener otro pelo, otra nariz, los ojos más grandes, un poco
menos de peso, desde ese nuevo plano descubría cuan perfecto era su cuerpo,
hermoso, completo, impecable. No sabía lo que le depararía abandonar la
estructura que la mantuvo de pie en la tierra, la que le permitía comunicarse,
abrazar, hablar. Por un momento deseaba regresar para poder terminar todos
aquellos sueños pendientes, decir aquellas palabras que fue relegando, abrazar más
fuerte a los que lloraban su partida. Creía que no era el tiempo ni el momento,
que era injusto dejarles allí con ese inmerecido duelo.
Con el paso de las horas
llegó a comprender que había cumplido su cometido, que ahora tendría que volver
a comenzar, descubrir que nada se acababa le dio paz, encontrar otro camino,
que aunque no sabía a donde, le producía una sensación de libertad que nunca
conociera; hallar sentido al abandono de su cuerpo le recordaba aquellas
conversaciones en las que algunos pensaban que una vez muerto todo era
oscuridad; que equivocados habíamos estado, no existe la oscuridad, ni las
tinieblas, ni el fuego eterno, ni el olvido, su cuerpo había sido el motor para
un fin, cumplido ese propósito su objetivo ahora era otro. Durante un tiempo
velaría por los suyos, les consolaría en sus sueños, les protegería en su
camino, se manifestaría en una risa, en una palabra, en un soplo de aire y
cuando la pena, la tristeza se fuese mitigando, avanzaría hasta otro plano
donde esperaría reunirse con todos aquellos que estuvieron a su lado en los
últimos momentos.
Ahora entendía las
casualidades de la vida, que poca importancia se le daban y todo sucedía por
algún motivo, el encuentro con aquellos amigos, aquella maravillosa cena con
los que más quería, sin duda un día perfecto.
Qué sorpresas nos das siempre querida Mar, qué sorpresas. Hasta ahora no ha habido un solo artículo tuyo en el que siquiera pueda imaginarme lo que se va a desarrollar en él. Este, sencillamente me encantó. Y me invita a reflexión (que me encanta), a sorprenderme siempre (que me encanta también), y a que nunca se termine esta capacidad de vivir de esta forma, con los ojos bien abiertos para tratar de adivinar la que será la próxima sorpresa. Abrazo y beso con cariño! 💜
ResponderEliminarLa vida hay que vivirla con pasión y los ojos abiertos. Te mando un beso
ResponderEliminarInescrutables son los caminos del hacedor. Casualidad. Causalidad.
ResponderEliminarConcordo inteiramente com as palavras da Alex!
ResponderEliminarSIM. A vida é para ser vivida com paixão e com os olhos abertos.
Estas palavras dizem tudo!
Un abrazo!
Que bonito relato. Me gusta mucho la forma de transmitir ciertas formas de ver la vida, o así lo percibo yo al menos (ya se sabe que esto es muy personal y cada uno lo ve desde su punto) pero me he sentido identificada en esa forma de ver la vida que se asemeja mucho a como trato de verla yo.
ResponderEliminarHabia dejado un comentario pero ahora veo que no esta, he leido atentamente tu relato y si bien da un poco de escalofrio, creo que alguna vez hemos tenido sueños de esa naturaleza, y que verdaderamente aquel que llega primero al otro lado, de alguna manera cuida y espera a los que llegaran despues. siempre interesantes tus textos. Te dejo un abrazo grande
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNo sé que me pasa con este tipo de relatos, yo que siempre te digo que soy una agnóstica de los pies a la cabeza, que siempre me dejas con la piel de gallina.
Creo que, o bueno hablo por mí, firmaría ahora mismo por tener un final como el de la protagonista, eso sí que llegase lo más tarde posible, las cosas como sean jejeje.
Por cierto, me ha gustado lo de "descubrir que nada se acababa", eso sin duda nos da esperanza.
Besotes
Nunca sabremos cuánto nos queda y es por eso que no hay que hacer demasiados planes y disfrutar el momento. Ahora, que también es mala pata que justo después del reencuentro ya no vaya a haber más reuniones...bss!
ResponderEliminarNadie sabe el día de su partida, por eso hay que tratar de vivir la vida de la mejor manera en la medida que sea posible, agradecer más y quejarnos menos.
ResponderEliminar