La puerta blanca
Cuatro meses viviendo en
aquella casa de la que se había enamorado nada más verla, la madera que
recubría la fachada impecable, el gran ventanal del salón ofrecía un reflejo de
la calidez esperada, el porche con la mecedora de sus sueños, las contras de
las distintas ventanas pintadas de un rojo oscuro que le hacían guiños al sol y
a la luna. Tan pronto sus pies pasaron al interior sintió que era acogida como
de la familia, como si se conociesen de toda la vida, tenía que ser suya, crear
allí su hogar y lo consiguió llenándose de orgullo por haberlo logrado.
Las primeras semanas
fueron de locos, la mudanza, los pequeños detalles, las plantas en cada esquina,
darle su toque personal le producía esa sensación que siente un pintor cuando
el pincel toca por primera vez el lienzo.
Satisfecha visitó todas las estancias, deseaba ver que su casa estaba perfecta, siempre había soñado con ese estilo, con un hogar confortable y acogedor.
Se acostó agotada, tan
pronto su cuerpo rozó la cama sintió el cansancio junto con toda la adrenalina acumulada, su mente se desvanecía en un reparador descanso que
tanto necesitaba.
A la noche siguiente
después de apagar la luz e intentar dormir escuchó el crujir que hacía la
puerta de la entrada cuando se abría, se levantó asustada, caminó por el
pasillo y vio que la puerta estaba entreabierta, solo un palmo por donde podía
verse la luz de las farolas que alumbraban en la carretera, se estremeció al
tiempo que el miedo se apoderaba de todo su cuerpo dejándola inmóvil en medio
del corredor con los ojos fijos en la robusta puerta blanca.
Cuando fue capaz de
reaccionar comprobó la casa, no había intrusos, cerró la puerta y tan pronto se
dio la vuelta sintió de nuevo aquel crujir que le hizo que todos sus pelos se
erizasen, de nuevo esa inmovilidad del temor que algo o alguien la rozara, la
empujó con fuerza, pasó la llave, el pestillo y apuró el paso hasta la cama.
A la mañana siguiente la
puerta estaba cerrada, pensó que al menos había arreglado el problema.
Un nuevo día por delante
dándole vueltas a lo que había sucedido la noche anterior, cuando el sol se
ocultase se sentaría en la mecedora frente a la puerta y descubriría si pasaba
algo extraño.
Intentó no quedarse
dormida, pero así debió de ser porque la despertó aquel crujido que conocía
perfectamente, abrió los ojos para observar la puerta entreabierta, la cerró de
nuevo tras mirar si había alguien fuera, esta vez además de todos los elementos
de seguridad disponibles acercó un vaso con agua y esperó, no fue mucho el
tiempo, comenzó a abrirse tirando el vaso y derramando el agua, no podía dar
crédito, no había nadie tras la puerta, en esa casa solo estaba ella, salió a
la calle por la puerta trasera dando toda una vuelta a la propiedad, lo
increíble era que desde el exterior la puerta se veía cerrada.
Con el corazón encogido y
con un hilo de voz casi inaudible preguntó:
—¿Hay alguien ahí?
No hubo respuesta, esa
noche durmió en la mecedora despertando a cada momento y la puerta seguía abierta,
a las siete de la mañana observó cómo se cerraba, llegando a la conclusión que
por algún motivo inexplicable permanecía abierta de doce de la noche a siete de
la mañana.
Nunca supo que estaba
pasando con esa puerta blanca, no obstante, uno llega a acostumbrarse a lo
desconocido, deja de temer aquello que a pesar de no poder entender y de no
encontrarle una explicación se guarda en la mente como uno de los miles de
sucesos inexplicables que siempre nos acompañaran.
Yo montaría un cepo delante y otro detrás de la puerta. Ambos camuflados para su invisibilidad. Por si alguien no invitado con cuerpo físico entra.
ResponderEliminarQué historia! Se mezclan para mí la felicidad del hogar, que relatas tan estupendamente que me siento allí; y la cuestión paranormal que siempre me ha encantado, imaginarme qué espíritu estaba por allí acompañándola, seguramente un espíritu bueno.
ResponderEliminarSensacional Mar, así como nos tienes acostumbrados. Muchas gracias, besos y abrazos 😍🌹🌹♥️🌹
Que buen relato!!!! *-* estuve en tensión todo el relato. Maravilloso.
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche.
Buen relato con mucho suspenso . Te mando un beso y te deseo una buena semana
ResponderEliminarMuy misterioso, me encantó ❤
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarMe has dejado en ascuas jajajajaa Vamos, que creía o tenía la esperanza que nos desvelaras el misterio.
Pero por otro lado, me parece una propuesta de relato muy chula, vamos, poder dejar que los lectores individualmente hagamos nuestras propias apuestas. Yo opto por la compañía de algún inquilino anterior.
Besotes
Detrás de una puerta, y en esta blanca, siempre hay historias que suceden como la que nos presentas. Que como cada texto que nos presentas nos encanta
ResponderEliminarHermoso relato! Te cuento que soy una fanaticas de las puertas. Puerta exotica que veo ahi estoy sacandole una foto. Me encanta la magia que tienen , como la de tu historia. Me enamoreeeeeeee!
ResponderEliminarUna decisión que no tomaría todo el mundo, con ese ruido día tras día, ¿y si en algún momento se cuela alguien y ella sigue durmiendo tan tranquila pensando que solo es su peculiar "fantasma"? Bss.
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