El convento

 


El convento

Con la mano temblorosa hizo sonar la oxidada campana sujeta al portalón destartalado que, impedía el paso al destruido convento. La madre superiora observó a una joven con la tez pálida como la muerte, los ojos enrojecidos y humedecidos con restos de lágrimas que todavía corrían por sus mejillas.

—¡Madre!, vengo a pedir asilo por unos días.

—¡Hija mía!, aquí no podemos acoger a nadie que no sea una religiosa. ¡Siento mucho no poder ayudarte!

—¡Madre, no me deje tirada!, solo serían unos días.

—Puedo hablar con tus padres, ¿saben ellos que estás aquí?

—No, madre, no lo saben, y tampoco podrá hablar con ellos, no sé quién era mi padre y mi madre, ya no está en este mundo.

—Está bien hija, quédate unos días, pero tendrás que cumplir con las obligaciones igual que las demás hermanas.

—Me gustaría descansar un poco, si no le importa, mi mente se desata, se nubla, se vuelve negra si no me aíslo por unas horas.

La madre superiora le asignó una estancia, mientras la acompañaba, un pálpito recorría su interior, aquellos ojos vacíos, la mirada oscura en la que podía ver el infierno de un alma perdida, todo su ser reflejaba una existencia terrible. Era tan joven, presentía que estaba desvalida, no tuvo valor para no acceder a su petición de auxilio.

Ocho monjas vivían en un convento, que poco a poco se iba cayendo debido a la falta de medios para poder restaurarlo, una madre superiora luchando para poder mantenerlo el mayor tiempo posible, era su hogar desde hacía mucho tiempo. Un pequeño huerto para su consumo, y para la venta a los pocos vecinos que todavía continuaban en aquel pueblo, que años atrás había sido muy próspero y, ahora solo quedaban cuatro ancianos que se negaban a moverse de sus casas.

Un trozo del terreno ya no era fértil, precisaba abono que no podían comprar. Miles de veces habían pensado que podrían añadirle a aquella tierra estéril. Solo necesitaban algo de fertilizante y aquellas judías crecerían fuertes y grandes.

Las doce gallinas que quedaban, se movían lentamente debido al hambre e intentaban rebuscar en la tierra algo que llevarse al pico.

Dos noches sería lo máximo que podrían acoger a la joven, le darían comida y la atenderían mientras le buscaban un lugar apropiado donde poder quedarse, sería una pena que anduviese perdida por aquella desolada zona, cualquiera podría aprovecharse de su inocencia.

La jornada comenzaba temprano, tras las oraciones matutinas cinco monjas atenderían el huerto y dos realizarían la limpieza de las salas comunes.

El cuidado del huerto terminó y la limpieza estaba tal y como la habían dejado. Sor Angélica y Sor Benedictina reposaban sentadas en un banco de la capilla, sus cabezas colgaban hacia atrás, no vieron que estaban degolladas hasta que se acercaron.  La madre superiora había sido violentamente apuñalada en el pecho y su cuerpo colgaba de la balaustrada principal.

Las cinco monjas espantadas porque el demonio había entrado en su casa, corrieron hacía una habitación cerrando con llave. Mientras se arrodillaban, sacaban de sus bolsillos el rosario, movían las cuentas en silencio, no se percataron del humo que se colaba por debajo de la puerta hasta que ya fue tarde.

Entre tanto, a varios kilómetros de distancia las autoridades descubrían el cuerpo mutilado de una mujer, ahora el afán era encontrar a la hija de quince años que había desaparecido misteriosamente. 

El convento



Comentarios

  1. Mmm... buen final, no me lo esperaba. Me has sacado una pistola de Chéjov que tal vez podrías emplear al final del cuento para hacerlo aún más macabro: la parcela que necesitaba fertilizante y las gallinas que no tenían nada que comer. La madre superiora tendida en la parcela, la sangre, las gallinas picoteando contentas en la tierra manchada de marrón...piénsatelo.
    Algo que sí que considero un error está en la primera oración, donde encadenas cuatro sustantivos con adjetivos en una sola frase. Semejante grado de adjetivación lovecraftiana es contraproducente para la idea que quieres transmitir.
    Pero, por lo demás, es un relato fácil de leer y con buen gancho. Quizás valga la pena expandirlo un poco, a mi criterio.

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  2. Muy bueno, me gusta leerte.
    Besazo y feliz descanso.

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  3. Lo leí todo porque creía que algo bueno iba a pasar... pero pasó lo peor. No me gustó.
    Te voy a dar un consejo que no ma has pedido. pero igual te lo doy... Los escritores tenemos una magia... es difícil explicar esto para nuestras mentes racionales que manejan tecnologías de punta, pero esa magia es que el mundo que escribimos con la pluma o el teclado, de alguna manera se materializa en la realidad que nos rodea. Yo sería más cuidadoso de lo que escribo... Es solo un consejo.

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  4. ¡Cómo me ha gustado! Lo he dicho antes: te superas a ti misma. ¡Vaya que tienes ingenio e imaginación! Siempre espero y esperaré tus relatos con verdadero gusto, son los relatos de alguien que ha publicado ya dos veces y podría haberlo hecho muchas más, de alguien que tiene mucho más que dar. Gracias Mar, abrazos y besos. Y espero el que viene! 💐💐💐💐💐💐

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  5. Ah, los conventos... Esas zonas orgiásticas; oscuras, densas...

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  6. short story, but excellent to read...

    Thank you for sharing

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  7. Madre mía Tinta, es atroz. Qué miedo terrible he pasado leyendo y qué desolación. Y tanta tristeza.

    Recién ahora he podido poner estas palabras. Uf

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  8. Genial relato un poco triste . Me encanto el final

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  9. Me quedé atrapado en la parte de las monjas degolladas. Buena narrativa

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  10. Gosto de ler suas histórias, maravilhosas!

    Te desejo um feliz final de semana.
    Um abraço.

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  11. Passando rapidinho aqui só para te desejar um lindo fim de semana.
    Um abraço e muito bom dia.

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  12. Hola buenas tardes, soy Patricia, es la primera vez que te leo, realmente me ha sorprendido, no me imaginaba el final, muy bueno, es la primera vez que te visito estoy conociendo tu blog, me ha gustado, te dejo el nombre del mío, somos tres las que los hacemos, https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/saludos

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  13. genia
    me fascina
    lo que escribis
    te dejo jazmines para que
    llenen de aroma tus letras

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  14. Gosto muito de ler o que você escreve, amiga!

    Um abraço.

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