El penúltimo tren

 

El penúltimo tren

El andén de una arquitectura griega, posiblemente de orden corintio, algo había estudiado al respeto, y lo confirmó al observar en el capitel unas hojas de acanto, los arcos que formaban el alto techo estaban repujados con gran destreza. Las vías deslumbraban bajo la tenue luz que desprendían unas enormes lámparas colgadas estratégicamente del techo.

Un gran tren con cincuenta vagones llegaba con su ruido característico de esa frenada que lo detenía. Las ventanas cubiertas con telas gruesas de terciopelo azul, no dejaban ver nada del interior.

Todas las personas que esperaban mantenían una perfecta línea recta frente a los raíles. El rostro de cada uno de ellos dibujaba la misma expresión, una sonrisa cohibida, los ojos muy abiertos y una postura relajada.

Un hombre con uniforme y gorra impolutos de un color añil, se dirigía a los que esperaban para que fuesen subiendo y ocupando sus asientos.

Le había tocado el vagón número quince, llevaba su billete en la mano mientras caminaba por un pasillo blanco como la nieve, los demás pasajeros miraban a los nuevos que entraban y sonreían de forma tímida.

Su asiento era el número quince, el dieciséis estaba ocupado por una jovencita que movió la cabeza saludando a su acompañante.

Él, también era joven, nunca había tenido novia, su enfermedad lo había privado de divertirse, de viajar, de hacer amigos fuera de aquel hospital donde creía que había pasado la mayor parte de su corta vida.

Pensaba que tenía suerte al tocarle sentado junto a una joven de su edad, que le parecía muy guapa. La joven descorrió un poco la cortina, ya no quedaba nadie en el andén, con un fuerte golpe el tren se puso en marcha, reinaba el silencio. Miró al fondo y al principio del vagón, comprobando que todos continuaban con aquella misma actitud.

—Me llamo Raúl —su tono de voz era muy bajo, si bien sus ojos estaban fijos en su acompañante.

—No podemos hablar —Respondió ella acercándose a Raúl lo máximo posible para que solo él la escuchase.

Se quedó callado al ver que la puerta que comunicaba los vagones se abría. El revisor con su uniforme impecable se acercó a los primeros asientos y comenzó a solicitar billetes con un por favor muy amable.

Al llegar al asiento número quince, miró al joven y le dedicó una sincera sonrisa, Raúl levantó su billete. El revisor ni lo tocó, agarrando el de la joven donde escribió un número.

Una música de acordes pausados comenzó a sonar, por más que miraba no sabía de donde salía la melodía. El tren comenzó a entrar en un túnel desprendiendo una gran luz blanca, que no dejaba ver nada. Mantuvo los ojos cerrados hasta que el túnel se terminó y al abrirlos se encontró solo, todos los pasajeros habían desaparecido.

Su cabeza comenzó a dar vueltas, a sentir un fuerte dolor en el pecho. Escuchaba voces que le asustaban, intentó abrir los ojos y al momento reconoció a su familia. Sonreían, mientras le decían que todo había salido bien, que pronto estaría curado y podría abandonar la habitación número quince del que durante años fuera su hogar. 


El penúltimo tren

Comentarios

  1. Si es que ya no hay transporte seguro; te puede pasar de todo.

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  2. Muy buena historia con un sorprendente final.

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  3. Muy buena historia. Ese tren es muy especial. Me imagino el shock al darse cuenta de todo. Saludos.

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  4. Qué bien lo cuentas. La magia de lo onírico, para un buen cuento. Un abrazo. Carlos

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  5. Me gusta la brevedad. Y ya se nota que dominas la escena. Buena tarde.

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  6. Buenísimo el texto, me gusta mucho.
    Te mando un beso enorme y que tengas un excelente descanso.

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  7. Muito boa historia, amiga!

    Beijos e uma boa noite.

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  8. Genial historia el final me impacto. Te mando un beso.

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  9. Qué historia, bárbara. Acostumbrada a tus finales inesperados, este lo fue aún más.

    Abrazos fuertes!

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  10. Amiga!
    Passando para conhecer mais uma bela história que gosto de ler.

    Meu abraço e bom fim de semana.

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  11. Un relato muy poético, con un final esperanzador, a pesar de la pèrdida de una nueva amiga, recuperó la familia !. El viaje en tren continuarà otro dìa cualquiera, sin lugar a dudas...
    Saludos ;)

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  12. Me gusto mucho tu texto, realmente no me imaginaba ese final, muy bueno, saludos, Patricia F.

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  13. Uma grande história, e o final surpreendente.
    Amei!

    Beijos e bom fim de semana.

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  14. Hola!
    ¡Qué relato más terrorífico!
    Super detalladas las escenas, lo que hace que te transportes totalmente a ese tren que viaja en el mundo onírico para luego trasladarlo a la realidad.
    Un saludo!


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  15. ¡Hola!
    Como siempre, ha sido un inmenso placer leerte.
    Creo que a día de hoy, solo tú con tus textos, consigues atraparme des del minuto uno, y cuando llego al final, zas, me llevo la sorpresa del siglo. En serio, creía que la chica estaba metida en problemas o algo.. no se.
    Lo dicho, genial relato.
    Besotes

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  16. Hola!!

    Me has dejado de piedra, esperaba leer más y quizá otro final o que dijeras que continuaba.
    Sin embargo debo decir, que sabes como captar desde el principio la atención del lector porque me mantuviste metida inmdiatamente.
    Genial, me ha encantado un montón.
    Saludos!!

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  17. ¡Hola guapa!
    Buena historia con un final sorprendente :) dejas a quienes te leemos siempre con ganas de saber más detalles, en este caso de la enfermedad, del tiempo, de lo que significa ese alta. En definitiva, me conformo con echar a volar la imaginación que se pone a trabajar cuando paso por aquí.
    Besos :)

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  18. Hola. No me esperaba ese final, y me ha conmovido. Una historia intensa con pocas palabras. Me gustó. Besos.

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  19. Ya pensé que le habías dado otro final menos prometedor, esa luz blanca no me hacía pensar nada bueno. Sus ganas de salir de allí se tradujeron en realidad y pronto podría volver a tener esa vida que se le había ido pasando,bss!

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