Un cuatro de noviembre
En soledad intentaba recordar el pasado, lo ocurrido en un tiempo, en el que fuera poderoso, alabado por muchos y odiado por otros tantos.
Arrodillado arrastró sus manos por el suelo en busca de algo que, le permitiese sacarlo de aquella incertidumbre.
Avanzaba tocando piedra,
en algunos casos muy lisa y en otros parecía algo más rugosa, restos de arena
le rozaban los dedos, e incluso algo vivo lo tocaba que huía en busca de
cobijo.
Después de gatear toda
aquella estancia, se levantó para acercarse hasta una de las paredes, apoyó las
manos y fue tocando de abajo a arriba intentando buscar, no sabía lo que.
Apoyó su espalda contra
la fría piedra, a lo lejos le llegaban ondas de golpes y un leve murmullo de un
idioma que no conocía. Llevaba años, o ese creía, en un silencio sepulcral, y
aquello en vez de alegrarle, le producía miedo, le asustaba pensar que ya no
estaría solo, que algo se acercaba, a cada minuto notaba con más nitidez, lo
cercan que estaban de su persona.
El desconocimiento le
impedía moverse, observó como una de las piedras más grandes se movía y dejaba
pasar la luz, iluminando parte de la estancia.
Sus ojos tardaron en
acostumbrarse, cuando logró echar un vistazo, reflexionó en lo grande que era
aquel lugar, apenas recordaba como se había diseñado, sin embargo, podía leer
todo lo que estaba escrito en las paredes, allí estaba su nombre, allí estaba
su historia, allí estaba su figura.
Aquellos que entraron, se
asombraron del portento oculto durante años en aquella pirámide, que se
consideraba una de las maravillas del mundo.
La tumba más popular y
más buscada, un tesoro que llevaba miles de años escondido, sagrado, impoluto.
El hombre poderoso,
miraba a sus semejantes que, a pesar de ser personas, eran distintos. Notaba en
sus caras la felicidad del descubrimiento, el ser los primeros en encontrar
parte de la historia, entrar en una estructura que jamás se volvería a crear,
que había permanecido durante siglos intacta.
El faraón tuvo la
oportunidad de ver el progreso a través de una nueva luz, aunque solo fuera por
unos instantes.
Que bela história amei ler.
ResponderEliminarTenha boa sexta-feira.
Um abraço
Pobre Faraón, descubierto por el supuesto mundo civilizado. Que no le pase nada.
ResponderEliminar¡Anuksunamuuuuuuuuuuuuuuun!
ResponderEliminarVaya qué evocadora historia, qué momento mágico has retratado en palabras. Me encantó. Lo imagino en mi cabeza y me gusta aún más. Saludos.
ResponderEliminarMe gustan las historias que escribes, dan que pensar. Saludos
ResponderEliminarQue historia mágica me gusta mucho! Abrazos!
ResponderEliminarQue bella y magica historia!!!
ResponderEliminarSaludos!!
Me gusto el final tu no lo esperas. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Qué bonito, cuánta magia has recreado! Me impresiona todo lo que puedes crear con esa imaginación tan tuya.
ResponderEliminarAbrazos!!!.
interesting and magical story with wonderful words... love it.
ResponderEliminarGosto das historias que você escreve,
ResponderEliminarTenha um bom fim de semana.
Beijos e boa noite
Estupendo relato, Mar! No me esperaba el final. Fabuloso y mágico. Siempre me ha fascinado Egipto y sus Pirámides. Felicidades. Un abrazo.
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ResponderEliminarQuien deja de soñar no tiene esperanzas,
quien no tiene esperanzas no puede forjar el futuro,
quien no forja su futuro no disfruta la vida
y quien no disfruta la vida, no conoce el amor
por ello aquel que no conoce el amor, no puede soñar.
Hola.
ResponderEliminarUn relato muy bonito. Juro que pensaba que sería otra cosa, un asesino o algo, por todo el misterio pero me ha gustado.
Nos leemos.
Passando para desejar um feliz domingo.
ResponderEliminarTe mando um abraço.
Uma boa história, gosto!
ResponderEliminarTenha uma boa semana!
Um abraço
Un instante antes de que el aire del desierto se lo llevara.
ResponderEliminarSaludos,
J.
¡Hola!
ResponderEliminarMe gusta la trama, me parece de lo más original. Con un final sorprendente!
Saludos
Puede haber entrado en su propio corazón :)
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