El marido de mi vecina



 El marido de mi vecina

Desde el salón podía ver la casa de su vecina tan nítidamente como si estuviese en el interior. Todas las mañanas corría las cortinas y de esa forma vigilaba cada paso de la pareja que vivía al lado. Ella se paseaba en salto de cama, lo que dejaba ver aquel perfecto cuerpo que tanta envidia le daba. 

Detrás de las cortinas observaba los movimientos, que siempre eran los de ella, pues él se sentaba en el sofá y allí estaba mirándola cada vez que se contoneaba delante de él. Cada dos o tres horas se le acercaba y tenían un encuentro amoroso de unos veinte minutos.

—¡Cariño, ven a ver, ya están a ello, otra vez! —Llamaba a su marido sin apartar la vista de la ventana, no quería perderse el espectáculo.

—¡Por el amor de Dios, mujer!, ¿es que te vas a pasar todos los días espiando a los vecinos?, déjalos que hagan lo que quieran.

Dos semanas atrás los nuevos vecinos habían comprado aquella casa y ella llevaba ese tiempo atenta a todo lo que allí sucedía. Tenía su casa patas arriba, la ropa sin lavar, el fregadero a tope de vajilla, el polvo se acumulaba en todas las esquinas y el marido llevaba tres días usando la misma camisa para ir a trabajar.

—Eres un aburrido, voy a llamar a Irene, que se venga a tomar un café, ya verás como a ella si le interesa.

—Pues no sé dónde le vas a servir el café, creo que ya no queda nada limpio.

—¡Qué exagerado eres!, ¿no te es hora de ir a trabajar? ¿Sabes lo que te digo?, que ella está al tanto de que la miramos y si no le importa, porque me va a importar a mí.

—¡Sí, cariño, sí!, quien te quita la razón. ¡Hasta la noche!

No se atrevió a pedirle a su marido que le llevase un café, le apetecía mucho, sin embargo, no quería perderse nada de lo que sucedía en la casa vecina.

Lo que no entendía era que aquel hombre se pasase toda la tarde sentado en el sofá, que ninguno fuese a trabajar. Ella desaparecía de su visión de vez en cuando, seguramente para realizar las tareas del hogar, cuando volvía se había cambiado y volvía a pedirle al hombre otro encuentro. 

Sin pudor se dejaba llevar por la pasión, mientras ella absorta en el espectáculo, se persignaba varias veces e incluso se sonrojaba por la poca vergüenza de aquellos dos que se habían mudado a su barrio.

Irene le puso una excusa o eso creyó ella, si bien la tuvo al teléfono al menos media hora, describiendo todo lo que veía, lo que hacían, como iba vestida y como era él. Tenía que reconocer que ambos eran muy guapos, muy bien formados y él tenía un rostro perfecto, con una mirada profunda y sensual.

Sabía que, a las nueve de la noche, cerraba las cortinas y tuvo la idea de salir a mirar mucho más cerca. Tenía tanta curiosidad por saber qué pasaba al llegar la noche, que se agazapó todo lo que pudo, hasta estar delante de la casa.

Por una rendija del visillo, observó como levantaba al hombre del sofá y se quedó petrificada al ver que era un muñeco hinchable.


El marido

Comentarios

  1. Ostrasss, vaya final, ni me imaginaba que podía ser eso. Buen relato, con intriga y humor. Un abrazo. 😊

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  2. Siempre he sabido que las mujeres, además de jugar con muñecas cuando sois pequeñas, jugáis con esa clase de muñecos cuando os hacéis mayores.

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  3. Uy que final no me lo imaginaba. Te mando un beso.

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  4. Genial relato me sorprendió el final Te mando un beso.

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  5. Muy buen relato, con el final cambiado a lo que me había imaginado. Creía que ella era un robot de los que te hacen todo.
    ¡Feliz fin de semana!

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  6. 😅 Final que no me esperaba, como es usual. Pequé de ingenua, mientras que María ya se sospechaba algo.
    Me gustó mucho, siempre sorprendes Mar. Un abrazote 🤗!

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  7. Vaya sorpresa se llevó la voyeur! Me ha gustado ese giro final.
    Besitos.

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  8. Tu imaginación me parece imparable, original y muy buena, Mar. Me has tenido en vilo durante todo el relato.
    El final buenísimo, yo ya creía que la vecina curiosa se caería al agazaparse para ver mejor, jaja.
    Gracias por el ameno rato.
    Un abrazo!

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  9. Muy bueno tu relato, divertido, con un final para la sorpresa.
    Me encantó leerte, un abrazo, buena semana.
    PATRICIA F.

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  10. Una gran vuelta de tuerca, aunque la primera vez leí mal y pensé que el muñeco se había levantado solo.

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  11. Vaya final jajaaj justo hace días vi un documental perp eran solo chicos. Buena historia

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