El fugitivo inocente
Se encontraba solo en aquella
habitación, su única compañía era una silla, una cama, una mesa pequeña y una
lámpara. Llevaba dos días mirando aquellos muebles y dándole vueltas a la
imagen de aquella mujer tirada en aquel suelo frío, con la lluvia, cayendo
sobre su cuerpo inerte, que arrastraba toda aquella sangre que salía de su
cuerpo, que junto con el agua parecía demasiada, para un cuerpo tan pequeño.
Lo había visto todo, había
visto como aquel coche se abalanzaba sobre la mujer sin darle tiempo a
reaccionar, había visto como el coche no paraba y seguía su camino, como si no
hubiese pasado nada.
Intentó ayudarla, era tarde,
ya no podía hacer nada por ella, abandonó aquel pequeño cuerpo e hizo una
llamada anónima para informar de lo que había pasado.
Le hubiese gustado quedarse al
lado de aquella mujer, hasta que llegase ayuda, pero no podía, él era un
prófugo de la ley, estaba en busca y captura por haberse fugado de aquella
cárcel, donde consideraba que no debía estar, que era una injusticia.
Dos años atrás, habían robado
con violencia en la casa de un vecino, alguien lo había señalado como el autor,
y él, sabía que no había sido, no tenía nada, ni casa, ni trabajo, ni familia,
pero no era un ladrón, nunca lo había sido, estaba orgulloso de lo que le había
enseñado su madre, a ser una persona honesta, que no hacía falta tener
demasiado para poder vivir con dignidad.
Esas palabras las llevaba
escritas y nunca se le olvidaban. No quería estar en aquella cárcel, no quería
ser un preso inocente.
Desde la ventana, vio como
llegaban las autoridades, los bomberos, la ambulancia. Tras confirmar la muerte
de aquella mujer, esperaron a que llegará el juez, para levantar el cadáver,
durante ese tiempo, la familia, llegó al lugar y escuchó sus gritos de dolor,
aquellos lloros, aquella tristeza.
Los datos que había dado de
forma anónima, hicieron que pronto encontrasen al culpable, ese sí que tenía
que estar en la cárcel.
Rezó, por aquella mujer, por
su familia y por él mismo, quería seguir siendo libre, y lo sería durante todo
el tiempo que pudiese.
Lo correcto o lo incorrecto? La pregunta retorica mas antigua de la humanidad. La libertad es en este caso una gran carcel, una utopia que jamas lograra el profugo. Puede alejarse del problema pero siempre estara preso en su conciencia. Felicitaciones!
ResponderEliminarHola guapa, pues que dilema el del hombre! quedarse y correr el riesgo de perder la libertad o hacer lo que hizo... la verdad es que entiendo su eleccion! seria una crueldad del destino que un inocente estuviera en la carcel y el que atropello a la mujer siguiera fuera! es una especie de nemesis lo que ocurre en la historia! besos
ResponderEliminar¡¡Holii!!
ResponderEliminarTodo humano en esta vida, se enfrentará al menos una vez con este tipo de decisiones. El deber moral o salvar el pellejo. Pues lo mismo le pasa al protagonista de la historia, el deber moral de quedarse acompañando a la mujer o la libertad.
¡¡Bssos!!
¡Hola!
ResponderEliminarSin duda la vida nos pone en unas tesituras un tanto complicada, y aunque imagino que si me pasase algo similar, vamos, si me pongo en la piel del protagonista, ese suceso me dejaría huella de por vida. Pero bueno, es que creo que hizo lo correcto. Seguramente no podía hacer nada de nada por la mujer, y quedarse no solo le supondría volver a la cárcel, sino que lo comprometería, porque ¿quién se cree a un prófugo de la justicia?
Besotes
Hola
ResponderEliminarSi es que la vida a veces te pone en situaciones que bien parecen una película americana. Siempre te digo igual... nos dejas con ganas de más! Estaré pendiente a tu próximo relato.
Muchos besos