Buscando a Jacinta
La primera parte de este relato se encuentra en este enlace La muerte de Jacinta
Sus primeros dieciséis
años no fueron lo felices que una niña pudiese desear, el hogar en el que había
nacido no era ni por asomo de los más felices. Jamás disfrutó de un día de
absoluta paz o amor, todos los días predominaban los gritos, las peleas, las
borracheras e incluso las drogas. Todo dependía del nuevo compañero que su
madre llevase a casa.
Estaba convencida de que
la persona que le diera la vida era de las pocas que nacían malignas y morían
doblemente malvadas, de esas que no sentían la más mínima empatía por otro ser,
aunque fuese de su propia sangre.
Una tarde de junio todo
cambió, su madre quiso venderla a un hombre asqueroso, viejo, enfermo tanto
mental como físicamente para que hiciese con ella lo que más le gustase.
Fue la primera vez que se
enfrentó a aquella mujer de ojos encolerizados, de facciones fijas, de lengua
venosa. Después de la tremenda paliza recibida, recogió sus pocas pertenencias
y salió de aquella casa dejando a su madre y a aquel enfermo discutiendo, aún
no pasará el umbral de la puerta cuando la escuchó decir
—A ti también te tendría
que haber dejado en el basurero como a tu hermana. —No pudo dar un paso más, se
dio la vuelta mirando a aquel monstruo.
—Sí, no me mires así,
antes de tenerte a ti, tuve otra hija y se quedó en el basurero, ¿no sé por qué
a ti te traje a casa?
—¿Cuándo tuviste otra
hija? —aquellas palabras salieron como con miedo, esperando que fuese una
mentira.
—Pues ahora tendría
diecinueve años, puedes buscarla si quieres, pero ya no encontrarás nada. —De
su venenosa boca salieron esas palabras con orgullo, como si hubiese hecho algo
digno de mencionar.
Mientras la escuchaba,
pensaba en todo el daño hecho a lo largo de una vida, creía que ya descubriera
toda la maldad posible en una persona, sin embargo, estaba viendo que no,
aquella mujer no merecía él aíre, ni el sol, ni la vida.
Se dio la vuelta y
comenzó a caminar en dirección al pueblo, ahora su afán era encontrar a su
hermana, rezaba para que estuviese viva, encontrarla sería su mayor prioridad,
estaba segura de que ella también estaría falta de una familia, de cariño.
Durante varios días
estuvo preguntando, hasta que alguien le dio razón de que se encontrara un
bebe, de eso hacía muchos años. Localizó al hombre que le salvara la vida y
tras hablar con él, supo que el nombre de su hermana era Jacinta. Se acercó al
orfanato donde estuviera los últimos meses y allí le informaron de todo,
incluso le entregaron una foto, realmente se parecían y no tenía la cara de
bruja de su madre.
Le informaron que al
cumplir los dieciocho años tuvo que abandonar el orfanato y desde ese momento
nunca más supieron de ella.
Hasta ahí llego todo lo que pudo encontrar sobre Jacinta, lo que no sabía era que aquel puente que cruzaba varias veces al día cobijaba el cuerpo de su hermana.
Hola guapa, pues me ha gustado mucho que vuelvas a escribir o a continuar un poco un relato que ya nos dejaste en el pasado y que ademas recuerdo tan bien! me encanta la atmosfera que has creado y la informacion nueva que has añadido! besos
ResponderEliminarRecuerdo el relato anterior de Jacinta y como había terminado su vida en ese puente, y ahora conocer a su madre y hermana me ha dejado la piel erizada.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarConfieso que no había leído la primera parte, cosa que he solucionado antes de ponerme a leer este segundo relato de la trama y la verdad es que me ha parecido una historia muy triste.
Lo cual me ha hecho pensar en que, y por desgracia, de la historias aunque no iguales quizás similares a la de Jacinta, su hermana y su .... madre (pongo puntos suspensivos para no ser mal hablada).
Besotes