La maleta
Al alba pagó la factura
del hotel donde durante una semana había pernoctado, el asunto no saliera como
días antes aparecía en su imaginación, los negocios eran así, unas veces
provechosos y otras terminaban en la negra ruina. Caminaba despacio con su
maleta bajo el brazo, una reliquia heredada de su abuelo, la cremallera no
cerraba bien, el cuero desgastado se deshacía en hilos que colgaban como flecos
de distintos tamaños.
El andén estaba
abarrotado, tropezaba con unos y con otros, apretando fuertemente su mayor tesoro
que en aquel momento deseaba conservar hasta llegar a casa.
Varias personas se le
quedaban mirando, asombradas, murmurando e incluso se escuchó un pequeño
grito de terror, señalaban el pelo rubio que salía por la cremallera de aquella
vieja maleta. Una mujer de avanzada edad levantó su bastón hasta la altura de
la cara del hombre que asustado la miró con recelo, a lo que ella sintiéndose
amenazada, continúo caminando para dirigirse al revisor que cortaba billetes en
una de los accesos al tren.
El funcionario levantó su
visera, incrédulo de lo que la señora le contaba, apuró a sacar de su funda el walkie. Su
superior le instó a detener al sujeto hasta que llegase la guardia civil.
Un remolino de gente descontrolada
acorraló al hombre de la maleta, al tiempo que le gritaban: ¡asesino, criminal!,
y algunos otros insultos que hubiesen puesto colorado hasta al más rudo de los
hombres.
La anciana del bastón le
pegó tan fuerte en un lado de la cabeza que le hizo desplomarse mientras dejaba
caer su bien más preciado, la cual se abrió esparciendo todas sus prendas,
algunas sin lavar y otras todavía dobladas. Una preciosa muñeca con vestido y
zapatitos rosa caía a la vía del tren, el lazo que llevaba en el pelo se quedó
mezclado con la ropa que la jauría pisaba sin control.
El hombre agarró la
muñeca intentando limpiarla al grito de: ¡animales, era un regalo para mi
pequeña hija, animales!
La muchedumbre se fue
apartando, dejándolo solo abrazando al regalo que con tanto cariño había
comprado dos días antes de la partida. Todos continuaron su camino, como si allí no hubiese pasado nada.
¡Hola!
ResponderEliminarSi es que.. qué fácil nos es a todos juzgar con la rapidez de un rayo sin haber contrastado nada e incluso basándonos solo con lo que los ojos nos muestran o queremos ver.
La verdad es que me ha resultado un relato a priori un poco misterioso, porque estaba haciendo mis cábalas de lo que ese pelo podía significar... Pero al descubrir todo, me ha invadido una compasión por ese hombre inmensa..
Besotes
Civilización es degeneración.
ResponderEliminarGenial fragmento hay que ser empatico . Te mando un beso
ResponderEliminarEn verdad que qué sencillo nos resulta juzgar sin más. Y después, permanecer indiferentes ante lo que para el otro significa algo muy importante.
ResponderEliminarDe cualquier manera, sí sonaba un poco misterioso. Doble lección entonces: no juzgar! Besos amiga!
Fabulous blog
ResponderEliminarQue rico! seu blog é maravilhoso, amo tudo!
ResponderEliminarVoltarei mais vezes. Já fiquei por cá.
Beijos e boa noite!
Muy interesante tu relato.
ResponderEliminarLamentablemente el ser "humano"?? es rápido para juzga sin tener capacidad para observar su propio proceder y tambien es caracteristico el comportamiento cobarde cuando se manifiesta de manera colectiva..animandose a hacer o decir cosas que quizás , si estuvieso solo no haria. Me gustó mucho. Te dejo un abrazo grande y feliz noche. Gracias por tu paso y huella en mis espacios.
Al final ver tantas series y pelis hace que sospechemos de cualquier cosa y no se nos ocurra pensar en algo más lógico. Mira que me lo imaginaba como representante de una firma de pelucas y no que fuera una muñeca, bss!
ResponderEliminarDescribes todo tan bien... que cada vez que te leo mi mente viaja por las palabras y puedo trasladarme a la escena, me encanta todo lo que escribes y te felicito porque me parece muy complicado conseguir ese efecto en lector. :)
ResponderEliminarsimplemente...me encanta! tienes ese don de ponernos a vivir las historias que nos cuentas. El mensaje de esta mini escena es única... estoy de acuerdo que no debemos juzgar a nadie ni a nada... besos!
ResponderEliminarA veces asusta lo que puede causar una muchefumbre enfurecida o embrutecida.
ResponderEliminar¡Hola! Como es tu marca personal, creas mucha expectativa al inicio. La resolución es sorprendente y va de la mano con una enseñanza: no seamos tan presurosos en juzgar. Aunque en este caso, esos cabellos rubios que salían de la maleta justificaban el echarles una miradita. Muy buen relato, saludos.
ResponderEliminarIncreíble y cierto. Con qué facilidad se prejuzga y juzga. Y en qué jueces mas parciales se convierten todos. Excelente reflexión en forma de relato en una historia que llega a poner los pelos de punta. Felicidades, Mar! Un fuerte abrazo!
ResponderEliminar