El amor existe

 

El amor existe

Era como las gotas de lluvia en verano, cálidas y suaves, sus manos se movían cada vez que hablaba enfatizando cada palabra, su sonrisa nacía de su interior y se proyectaba con una luz que deslumbraba. Bailaba en cada paso que daba, escuchaba con la mirada mientras asentía emocionada. Todo en ella era belleza única, singular, excepcional y exclusiva. No podía dejar de mirarla mientras avanzaba segura de añadir una nueva etapa a su vida.

Llegó al altar del brazo de su padre, con su vestido blanco, el velo cubriéndole el rostro, sin embargo, podía notar sus ojos fijos en los suyos, lograba sentir cada palpitar de su corazón, cada sentimiento que arrastraba con su persona hasta llegar a su lado.

Cuando le subió el velo observó el rostro de la mujer que le había robado el corazón, descubrió en su interior más amor todavía si era posible, su cuerpo se estremecía cuando le tocó la mano, cada vez que lo miraba, cuando dijo la palabra “si quiero”.

Había memorizado sus votos de matrimonio y mientras los recitaba su voz se entrecortaba por la emoción de cada una de las palabras que estaba sintiendo.

Fuera un escéptico del amor durante toda su vida, odiando aquellas películas donde todo era pasión, esos amores de los que estaba seguro de que no existían en la vida real.

Compartió la vida con varias mujeres de las que creía estar enamorado, las quiso de eso estaba seguro. Ahora sabía que jamás había amado a ninguna de ellas, en esos momentos delante del altar adornado con cientos de flores sentía la seguridad de haber encontrado la persona perfecta para él, y estaba totalmente convencido que él también lo era para ella.

Sentimientos puros, limpios, verdaderos, amor con todas las palabras, pasión en cada una de las citas, de las vivencias, de la vida juntos.

Cuando le dijo “sí quiero” pensó que nadie debería abandonar este mundo sin experimentar lo que él sentía, sin conocer la persona perfecta, sin descubrir lo que era amar y ser amado.

Durante años estuvo solo sentimentalmente, pensando que así era la vida, que así era el amor, pasajero, de un momento, de un instante.

Su vida cambió cuando la conoció, algo se removió en su interior que le hizo modificar parte de su convicción, un comienzo que le destapó los secretos de la felicidad en su estado más puro. Durante años había vivido de forma errónea debido al nulo conocimiento sobre la existencia de un amor verdadero.

Suerte podía denominarse el haberlo encontrado, el vivirlo, el sentirlo y principalmente que fuera correspondido.