La invasión de las velaiñas

 


La invasión de las velaiñas

Las noches se hacían eternas, cuando la vencía el sueño, se sentía agitada, sudorosa, incluso con taquicardias que la despertaban de inmediato.

Era cerrar los ojos y notar el aleteo de las velaiñas; así era como a lo largo de generaciones, llamaban a las polillas de la ropa.

No soportaba verlas, escuchar su aleteo, hasta podía asegurar que hablaban entre ellas. Aunque en el fondo sabía que todo era en sueños, se sentía invadida y acosada.

Llenaba los armarios con varios de los remedios que usaba su abuela, lavanda, cedro y naftalina. Por la noche era incapaz de abrir una puerta del ropero, se imaginaba a una invasión de esos insectos volando hacía su cara, rozando su piel mientras notaba un escalofrío que la paralizaba.

El ritual antes de acostarse siempre era levantar toda la ropa de la cama, mover la almohada y, comprobar que podía acurrucarse sin toparse con esos bichos que le producían un terror indescriptible.

Ya llevaba varias noches soñando con esa invasión, no podía permitirse estar muchos más días sin dormir, en el trabajo no rendía como antes, en casa estaba incómoda, no comía y su corazón se agitaba ante cualquier ruido.

Decidió quedarse unas noches en un hotel, al menos dormiría del tirón y descansaría su cuerpo y su mente. Si continuaba con esa tortura tendría que visitar a un especialista, al menos le daría algún medicamento para quedarse aletargada sin sueños terribles.

Solo se quedó una noche en aquel hotel tan lujoso, las velaiñas la habían seguido, y se apilaban en aquel cuarto que le resultaba tan angosto.

La visita al especialista fue dada de urgencia, se estaba volviendo loca, paranoica, desquiciada.

Sentada delante del médico le explicó todo aquello que llevaba semanas padeciendo, los sueños, las vivencias, el terror, el cansancio, el no saber dónde meterse. Hablaba rápido, sin pausas, quería salir rápidamente de aquella sala, esperó con sudores la receta tan ansiada.

Cerró la puerta tras de sí, y respiró aliviada.

Nunca en su vida había visto ni hablado con una velaiña gigante.


La invasión de las velaiñas



Comentarios

  1. Excelente. Me ha gustado mucho el ritmo y el final que sorprende. Las enfermedades mentales son cosa seria. Saludos.

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  2. Ayyyyy qué sorpresivo final! Por nada me lo esperaba. Qué bárbara eres Mar, de verdad. Qué bien desarrollas tus tramas y bueno, me ha gustado mucho! Abrazos y besos amiga!

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  3. Y eso sin estar en un episodio de delirium tremens.

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  4. Hola, Mar! Estupendo relato, con un final inesperado y sorprendente. Muy bien expresado el sufrimiento de la protagonista; como dice Ana, un tema muy serio. Un abrazo!

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  5. Uy pobrecita, su miedo se descontrolo. Te mando un beso

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  6. ¡Hola!
    Sin duda alguna es un relato de parasomnia perturbador. Muy bien elaborada la ambientación con esa angustia, miedo, ansiedad y terror de la protagonista, con un final de impacto. Te quedo genial.
    Un saludo

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  7. Entre la tensión del texto y que no sabía lo que eran las velainas me has tenido en vilo hasta el final. Un microrelato genial ^^

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  8. Hola guapa
    Un texto precioso eh impactante como siempre. Que bien describes el impacto que el miedo irracional puede tener en la vida de una persona y la angustia con la que vive. Enhorabuena 👏🏻👏🏻

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  9. Hola, me ha encantado el relato, cómo siempre tu textos son impredecibles, es lo que me gusta . El final es inesperado y expresa muy bien el sufrimiento de la protagonista. Enhorabuena!
    Un abrazo!

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  10. ¡Hola!
    ¡Ostras! Me has dejado loca no, lo siguiente con el final.
    Yo confieso que soy un poco obsesiva con ciertas cosas, vamos que si se me mete algo en la mente, pero es que lo de esta mujer es ya lo sumo.
    Si es que no somos conscientes del poder que tiene nuestra mente, inclusive cuando estamos dormidos.
    Besotes

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  11. Hola guapa! Me ha encantado el relato y la verdad es que no me esperaba el final, me ha sorprendido mucho. Me ha gustado como lo has elaborado, como he sentido su angustia, me ha tenido enganchada de principio hasta el final. Un beso

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  12. ¡Hola!
    Y ay, que angustia me ha entrado. En mi caso me dan mucha angustia los insectos, unos más que otros claros, pero pensar en oírlos al dormir, uf. El final pues esto un bote que he pegado en la silla.
    Un besote!! ^,^!
    ELEB

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  13. Un final sorprendente. Me alegra que hayas conseguido tu audiencia. Te la mereces. Buen trabajo.

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  14. No sabía que se llamaban así, para mi siempre han sido polillas y cuando vuelva a ver alguna me voy a acordar de este fragmento. No nos tiene que dar miedo pedir ayuda, pero un poco tarde en este caso si no distinguía la realidad,bss!

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