El ojo perdido
Se dice que los ojos son la
ventana del alma. Se piensa que, a través de los ojos, uno puede descubrir la
bondad o la maldad de una persona.
¿Y si uno mira a una persona,
con un solo ojo? ¿Qué podría deducir? ¿Cómo se comportaría?
Así comenzaba la vida de
Bruno, al que siempre recordaban con un solo ojo, nadie podía asegurar si ya
había nacido así, si lo perdiera en un accidente o en alguna pelea.
Se convirtió en un joven
solitario, no porque él lo desease, sino porque los demás chicos no querían
saber nada de él y ya no digamos las jóvenes, ellas se apartaban y se burlaban
cada vez que lo cruzaban, en la única calle de ocho casas demasiado juntas para
poder pasar desapercibido.
Un siete de octubre comenzaron
a desaparecer los pequeños animales de la calle y de los vecinos, algunos
aparecían desmembrados en los campos adyacentes. Al poco tiempo en la misma
fecha y con varios meses de diferencia desaparecieron tres niños, que también
fueron localizados el domingo de la misma semana, sus cuerpos yacían a pocos
metros del pueblo.
Las autoridades interrogaron a
todos los vecinos y buscaron pruebas en todas las casas. Sin embargo, los
vecinos estaban convencidos de que el asesino era Bruno. Lo acusaban diciendo
que era raro, que no tenía amigos, que era un solitario, e incitaban a la
policía a detenerlo.
Como los niños estaban
vigilados día y noche, las próximas víctimas fueron las jóvenes, dos de ellas
desaparecieron con varios meses de diferencia y a los tres días se descubrían
sus cuerpos en el mismo terreno.
Tras localizar a la segunda
joven, nadie llamó a la policía, todo el pueblo encolerizado se presentó en
casa de Bruno, provistos con todo tipo de armas. Lo arrastraron hasta el centro
de la aldea, y allí enloquecidos acabaron de forma brutal con la vida del
joven.
Un domingo que quedó marcado
para siempre y de lo que se hablaba en los pueblos colindantes. Todo el
vecindario habían sido jueces y verdugos, asesinos despiadados, descargando su
miedo, su ira y su terror en aquel que era diferente.
Al mes siguiente, un día
siete, una joven desaparecía. El domingo se encontró su cadáver en el campo
cercano.
Hola, me has puesto los pelos de punta con tu relato, no obstante, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Uy me dio miedo. Te mando un beso.
ResponderEliminarSoy Maty, no anónima 😊...Blogger también se equivoca.
ResponderEliminarEdgar Allan Poe abriría uno o los dos ojos, extendería su mano y te diría que ha gustado de este relato. Te diría que tienes talento.
Gracias por este regalo de Octubre, felicidades y un abrazo bien apretado.
Awesome post
ResponderEliminarAh, el ser humano, tan despreciable y cobarde. Siempre condenando lo que teme o desconoce y, sin embargo, se atreve a creer y respetar en ese supuesto ser superior que nadie ha visto.
ResponderEliminarHola, soy Ana Piera, por alguna razón no puedo comentarte con mi perfil (solo me ha pasado en tu página porque acabo de comentar en otros sitios sin problema. Me ha encantado el relato, la ignorancia de la gente es canija. Un relato triste pero que nos pinta como especie perfecto. Te mando un abrazo.
ResponderEliminarscary to read....
ResponderEliminargreat writing.... love it
Um relato que lamentavelmente acontece por vezes...
ResponderEliminarDescreves com muita precisão todos os acontecimentos e acabas de modo surpreendente!
Vou aguardar como segue esta história.
Te dejo un abrazo
Buen fin de semana!
Siempre es fácil señalar a quien se sale por debajo de la media, quien la supera siempre es visto como un triunfador. Nunca aprendemos que tanto en un extremo como en el otro existen las mismas posibilidades.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Nunca he entendido lo de apartar al que no es igual que tú, al diferente. Ojalá algún día aprendamos a aceptar la diversidad, es una asignatura pendiente de los que se llaman a sí mismos 'humanos'. Felicidades, Mar!
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