El perro sin nombre

 


El perro sin nombre

Dicen que es fiel, tanto, que su amor es incondicional.

El hortelano trabajaba la tierra desde el primer despunte del día hasta que la noche cubría los campos. El perro sin nombre lo acompañaba y se tiraba a la sombra, esperando la hora del almuerzo. En el momento que el hortelano se sentaba y abría su bolsa, se levantaba moviendo el rabo lentamente, acudía al lado de su dueño, el cual colocaba un cuenco con agua, sacaba el queso, el pan y chorizo y ambos comían tranquilamente.

Nunca decía nada, solo lo miraba y eso era suficiente para el perro sin nombre. No eran necesarias las palabras, para él solo contaban los hechos, las acciones, las miradas.

Media hora de descanso y el hortelano continuaba con su labor, mientras su acompañante volvía a la sombra, dormitaba y ante cualquier ruido, levantaba la cabeza para mirar a su amigo.

La jornada de trabajo era dura, aquellas extensas tierras le acarreaban una labor agotadora. Plantaba trigo, avena, maíz, patatas, legumbres, verduras, todo ello para su propio consumo y para vender en el mercado, lo que le daba un sustento que les permitía mantenerse.

Al llegar la noche, recogía los aparejos y siempre decía lo mismo, mientras ponía rumbo a casa.

—¡Vamos, perro!, por hoy hemos terminado

La casa destartalada por la parte del este, se aguantaban las paredes y el tejado con cuñas que iba colocando una tras otra. Los días de invierno el agua de la lluvia se colaba por varias tejas rotas, colocaba cacharros para recogerla que luego usaba para lavarse.

La pequeña cocina estaba presidida por una chimenea de más de cien años, donde la pota del café se mantenía siempre caliente. Un sofá descolorido donde los dos se sentaban para cenar, echar alguna cabezada mientras se miraban y ambos se sentían queridos.

El hortelano era parco en palabras, pero no en hechos, siempre contaba con su compañero desde hacía muchos años, lo había recogido herido de unos matorrales, donde alguien sin alma lo diera por muerto después de una tremenda paliza.

Lo cuidó sin esperanzas de que saliese adelante. El perro era fuerte, y curó sus heridas rápidamente, pues sabía que allí junto a aquel hombre tendría un hogar.

Dormía en una cama contigua al sofá, y el perro sin nombre se acostaba en el suelo, cerca, vigilando el sueño de su amo.

Una mañana el hortelano no se levantó, el perro sin nombre tampoco lo hizo, allí se quedó, acompañaría a su amigo allá donde fuera.


El perro sin nombre

Comentarios

  1. No solo es una historia bonita, es que es certera. Así es la relación de muchos hombres de campo con sus perros, me ha gustado mucho.
    Besitos.

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  2. A pesar del final triste, es una historia bonita de amistad y lealtad hasta el final. Tienes la habilidad de meternos en la historia, nos conmueves. Saludos.

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  3. Cuántos héroes anónimos. Tanto por aprender de ellos.

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  4. Hermosísima historia, tantas y tantas veces real. El amor incondicional. Conmovedora hasta no más. El final pareciera triste, pero es el camino que todos hemos de recorrer . Así, fue un final lleno de amor, y el comienzo de la vida en el otro plano.
    Gracias mil Mar por este regalo, un fuerte abrazo 💐❤️

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  5. Cierto tipo de amistad no se termina aunque uno ya no esté allí.

    Saludos,
    J.

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  6. Bella historia me conmovió . Te mando un beso.

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  7. Hola, me ha encantado el relato, genial como siempre.
    Besos desde Promesas de Amor, nos leemos.

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  8. Una hermosa historia que me ha hecho emocionar, describiste muy bien la vida pobre del trabajador rural, su única amistad la dela perro, ese amor escaso de palabras innecesarias, me gustó mucho, saludos y buen comienzo de semana, PATRICIA F.

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  9. nice story about interaction between human and dog.... love the story...

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  10. Hola.
    Es una bonita historia y en muchos casos hasta cierta. Un gran relato.
    Nos leemos.

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  11. Ay, me emociono. Qué bonito lo has escrito. Me he quedado sin palabras, con un nudo en la garganta. Felicidades, compañera. Un fuerte abrazo.

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