Ella le quiere, y él...

 

Ella le quiere, y él...

Algunos dicen que el amor romántico aparece tras el romanticismo, sin embargo, otros piensan que existe desde el principio de los tiempos, lo cual es más probable, puesto que de una forma u otra el amor romántico cautivó a hombres y mujeres en todas las épocas.

Eloísa nacida a finales del siglo XX nunca se había enamorado como en las películas, ese amor tan peculiar que podía hacer caer la torre más alta, no era una mojigata, ni una persona insensible, sí, había compartido su vida con algún hombre, se había divertido, disfrutado de esa relación y también sufrido por perderla. Su afán era sentir eso que tantas veces veía en esas series y novelas singularmente tiernas. Incluso hablando con amigas, estas, si descubrieran ese amor que te abre las entrañas, que duele cuando respiras, que te despierta por la noche cuando en sueños ves su cara, ese amor que te hace temblar las piernas cuando sabes que te está esperando, ese amor que imaginas que no existe otro en el mundo, ni que se pueda sustituir.

Y llegó ese día, en el que se enamoró como nunca en su vida, el día que suspiraba inconscientemente cuando le veía, que soñaba despierta con su cara, con su caminar, con su forma de hablar, su vida dio un giro de 360º y el mundo se paró, nada giraba a su alrededor excepto Marcial, ella no sentía mariposas en el estómago, sentía un enjambre que le hacía perder el sentido si la miraba. ¿Cómo alguien se podía enamorar de esa forma sin haber tenido ningún contacto? También podía estar enferma, era lo que pensaba, pues no podía creer que realmente el amor fuese así, tan cruel, tan doloroso, siempre había creído que llegaría cuando dos personas se conocían, se trataban, tonteaban, ¿imposible que se hubiese enamorado? Se preguntó si podría ser un amor platónico, pues se estremecía cuando le veía, sentía celos al verle sonreír junto a otras mujeres, sufría por no tenerlo a su lado y lo que más le dolía es que todos se daban cuenta de ello, excepto él.

Era una mujer adulta, inteligente, no podía permitir que todo aquello que sentía la trastornase, le diese la vuelta a todo lo sensato, ahora entendía a los directores de cine que siempre hacían sufrir lo indecible a los protagonistas hasta terminar juntos, no, no lo quería creer, sin embargo, le estaba sucediendo, lo estaba viviendo, lo percibía en su interior, su propio corazón le gritaba que se había enamorado, que ese era el hombre al que debería amar para toda la vida.

¡Bien corazón mío!, si eso es lo que quieres intentaré dártelo, pensaba eso mientras caminaba decidida para enfrentarse a Marcial, él la vio llegar caminando segura, con la cabeza alta y sus ojos fijos en los de él, no sabía si realmente se acercaba o pasaría de largo, ¿Qué le pasaba? Se había puesto nervioso, quiso apartar los ojos y no pudo, aquella mujer lo hechizaba, no estaba a su alcance o eso creía, nunca se le hubiese ocurrido acercase a ella a pesar de amarla en secreto, de sentirla en silencio, de sufrir cada vez que se rozaban, llevaba su perfume incrustado en su interior, sentía hormigueo en sus piernas cada vez que sus miradas se cruzaban, y ¿si se dirigía a él?, ¿Qué haría?, ¿podría hablar o simplemente tartamudear?

Se plantó frente a él y con calma le explicó lo que sentía, desde cuándo y lo que quería, no parpadeaba le miraba fijamente intentando descubrir lo oculto tras aquella mirada.

Él se quedó callado, no podía articular una sola sílaba, le acarició la cara y la acercó a la suya para besar sus labios.
Ella le quería y él también.