A mi amiga

 

A mi amiga

A mi amiga, que abandonaste este mundo para viajar a donde considerabas que sería ese último viaje, destino que te llevaría para no volver. En esos momentos uno piensa que la vida nos es justa, que no es necesario sufrir para abandonar esta tierra, este mundo, a la familia, a los seres queridos, a los amigos. Uno acaba creyendo que somos poca cosa, de poco interés, insignificantes motas de polvo que se lleva el viento, cuando llega el momento de ese temporal que arrasa con todo. 

Tu entereza, tu forma de cerrar los ojos, tu manera de despedirte, nos mostró la mujer que eras, todo lo que habías vivido, y a pesar de considerar que todavía no era el momento, agradecías con tu actitud, todo ese paso por esta vida. 

Fue una suerte haberte conocido, haber disfrutado muchos años de amistad, de paseos, de un cafecito por la mañana, y una cervecita esos viernes de reuniones solo de chicas.

Siempre fuiste una mujer luchadora, peculiar, solitaria y al mismo tiempo sociable y alegre. Una mujer de ideas claras, de sentimientos reales, de palabras sinceras.

Deseo de corazón que allá donde el viento te lleve, te permita disfrutar de tus pasiones, como era la lectura, la pintura, la música, el baile y las tertulias.

Seguro que desde ese lugar que te buscó el viento, sabrás que todas nos hemos reunido para recordarte, hemos contado anécdotas, brindado por tu viaje, porque era lo que querías, nada de tristezas, nada de oraciones, únicamente eso, unas risas, un brindis y como decías: 

“Puede que nunca nos volvamos a encontrar, pero mientras alguien siga vivo, los que mueren continuarán en el camino”.

Besos al viento para que te los acerque, no estás sola, nunca lo estarás.

Te echaré de menos.