La nueva Tan pronto la vio entrar supo enseguida que era de su misma condición, la tez tan blanca, los ojos inexpresivos, la boca apretada, aquel “hola” inseguro que dijo cuando el profesor la presentó, el caminar hacía su pupitre, la forma de mirar, todo ello le indicaba que al fin tendría una amiga con la que compartir, con la que poder hablar de sus deseos, pasiones, de todo aquello que le gustaba y que nadie más comprendería, al contrario, sería perseguido por esos que no creían, que pensaban que solo existía la vida que ellos tenían, si supieran que realmente otra forma de vida maravillosa convivía con ellos, nunca lo podrían creer. Esa tarde llegó a casa feliz, su felicidad a vista de otros no era apreciable, sin embargo, sus padres notaban al momento que algo pasaba, parecía algo bueno. Contarles que la nueva niña podía ser como ellos, les entusiasmó, llevaban tiempo en solitario, cambiando de lugar cada poco tiempo, con miedo a ser descubiertos, con temor a que la otra esp
- Obtener enlace
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
De esos adoquines habrá unos cuantos por el mundo, lástima que sean tan invisibles a nuestros ojos como el oro que representan. Besos
ResponderEliminarYo ir en búsca de ese adoquíiinnn jeje, gracias por pasarte por mi blog, me ha encantado el tuyo. Un gran abrazo desde Chile.
ResponderEliminarHola! coincido en que hay miles de esos adoquines en el mundo. Muchos no los podemos apreciar y otros los quieren quitar. Saludos!
ResponderEliminarLeyendo el relato me viene a la cabeza eso de "eran tan pobre que solo tenía dinero".
ResponderEliminarLeyendo el relato me viene a la cabeza eso de "eran tan pobre que solo tenía dinero".
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad, es que, al menos para mí, es una pena enorme ser tan codicioso, porque ya se sabe, cuando nos vamos de este mundo, todo lo material se queda en él, así que no concibo una vida con ese afán de tener más y más.
Aunque por otro lado, no coy a ser hipócrita, no le diría que no a hallar a un adoquín de esos Jejejee.
Besotes
Un relato muy verídico. No debemos ser tan codiciosos, en la vida es más importante los sentimientos y no el dinero, eso nunca da la felicidad, debemos apreciar la vida con nuestras riquezas y pobrezas.
ResponderEliminarHola guapa
ResponderEliminarVaya, que lástima tener tanto poder y usarlo de un modo en el que está solo toda su vida
Eso si, el final en cierto modo me parece un acto de buena voluntad, aunque un poco al azar en mi opinión
Un besazo
Hola
ResponderEliminarCuánto daño hace la codicia en este mundo. Al final casi que se puede decir que es lo que menos importa... Si la gente supiera dónde está ese adoquín serían capaces hasta de pelearse por encontrarlo.
Besotes
Hola!
ResponderEliminarTus lecturas siempre quedan interiorizadas. Sueles presentar ideas y valores y trasmites mucho, das que pensar.
Casi siempre las personas ricas se vuelven excéntricas, será que al tener tanto dinero ya no saben que hacer, tenemos la idea que una vez que tengamos mucho dinero seremos felices pero no siempre es así, no creo que haya disfrutado de su existencia viviendo de esa forma.
ResponderEliminarCuriosa forma de repartir su patrimonio. Muchas veces, salvo que sean famosos que salen por tv, los ricos visten como gente de a pie (no andrajoso como este mago) y no los sabríamos distinguir. Ellos pueden elegir cómo vivir, si siendo extravagantes o como uno más, bss!
ResponderEliminarHola wapa! Creo que adoquines millonarios así existen por el mundo, jejeje. Me ha gustado mucho tu relato, es muy original.
ResponderEliminarBsss